Bechamel para croquetas: el truco de Arguiñano para hacerla sin un solo grumo

No sabemos lo que tiene Arguiñano, pero siempre le sale todo bien. Las recetas del chef vasco son garantía de calidad. Si seguimos sus pasos podemos estar seguros de que nos va a salir una comida muy buena. Es el caso de esta bechamel para croquetas. Se trata de un plato que tiene su complicación y que, por un motivo u otro, es normal que fallemos.

Por eso conviene hacer caso a Arguiñano y tomar nota de sus consejos. Él asegura que, recurriendo a su truco, nos queda una bechamel bien cremosa y que no tiene ni un solo grumo. Con su locuacidad y su gracia características, además, es un gusto y un placer escuchar todo lo que dice y cómo no lo dice. Pero más placer da comerse luego lo que él ha cocinado.

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Los ingredientes necesarios

Bechamel

Vamos entonces a preparar unas croquetas de jamón al estilo Arguiñano. Antes de ponernos manos a la obra, debemos asegurarnos de que tenemos en la despensa todos los ingredientes necesarios. Son los siguientes:

  • 100 gramos de mantequilla
  • 100 gramos de harina
  • 1 litro de leche
  • Sal
  • Nuez moscada
  • 1 cebolla
  • 3 huevos batidos
  • 200 gramos de jamón serrano

Una vez que está todo mano, nos remangamos y empezamos las tareas.

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Empezamos con la bechamel

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Cogemos una pota y, poniendo el fuego muy suave, echamos un chorro de aceite y acto seguido ponemos la mantequilla. En cuanto esta se derrita y se disuelva añadimos la cebolla, que previamente tenemos que picarla en trozos muy pequeños. Seguimos con el fuego suave y esperamos hasta que la cebolla esté pochada. 

Una vez que tenga ese tono dorado y transparente, es el momento de añadir a la mezcla los 200 gramos de jamón serrano. Siempre con el fuego lento, esto es importante. Dejamos que se haga el jamón y, a continuación, es el turno de la harina. La vamos echando poco a poco en el recipiente, en ningún caso ponemos los cien gramos de una. La harina debe quedar bien cocinada pues, de lo contrario, la bechamel quedará con un sabor crudo que la echa a perder. 

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Remover bien la bechamel

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Esperamos pues a que quede bien hecha toda la mezcla anterior. En cuanto esté preparada es el momento de echar la leche poco a poco e ir removiendo mientras tanto. La leche, por cierto, debe estar caliente en el momento de verterla, así que métela en el microondas justo antes de usarla. 

Ahora lo importante es remover bien la masa. Ese es el único secreto para que no nos queden grumos en la bechamel y salga con una textura perfecta. Después se añade la sal y la nuez moscada y probamos el resultado para cerciorarnos de que todo está correcto.

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Y hacemos las croquetas

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Una vez terminada la bechamel, la vertemos en una fuente de cristal alargada y no muy honda para meterla en la nevera. Es necesario dejar que enfríe allí un rato, y mientras tanto hay que colocarle un papel transparente encima. Este plástico debe tocar la bechamel, pues de lo contrario no hará ningún efecto. 

Al enfriarse, la masa se queda compacta y podemos manipularla fácilmente. Vamos arrancando a puñados y las envolvemos con huevo y pan rallado. Al final, las ponemos en la sartén con aceite bien caliente para hacer la croqueta. En cuanto estén doradas, las retiramos y a disfrutar. ¡Que aproveche!

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