El crudo se apunta a la euforia de la vacuna

El petróleo, que ha sido uno de los mercados más castigados por la pandemia, superado quizás tan solo por el hundimiento del sector del turismo y los viajes, también ha demostrado ser extremadamente sensible a las buenas sensaciones que el anuncio de la elevada eficacia de la vacuna Pfizer y BioNtech ha provocado en general en los mercados.

Y es que la promesa de una reactivación de la movilidad de las personas a medio o largo plazo ha bastado para que la cotización de los futuros de brent y del WTI experimentasen una abrupta subida el 9 de noviembre, aunque aún queda mucho camino por recorrer.

La travesía por el desierto del oro negro

Si la primacía del petróleo ya estaba siendo amenazada por la emergencia primero y consolidación después de las energías renovables por un lado y por la sustitución paulatina de los coches con motores de explosión por los coche eléctricos, la mutación de una cepa de coronavirus en un mercado de la populosa Wuhan puede haber supuesto la gota que colmase el vaso.

Para encontrar un desplome de los precios tan pronunciado, tanto en el barril de brent como en el barril de WTI, tenemos que remontarnos a la crisis financiera de 2008. En su momento álgido el brent alcanzó casi los 140 dólares (precio por barril), precio por el que el WTI también llegó a venderse para de repente caer cerca de un 60-70 por ciento, llevándose por delante proyectos como el de la República Bolivariana de Venezuela (cuyo ingente gasto en materia social y, por qué no decirlo, gasto en clientelizar parte de la sociedad, se sustentaba en la gran cantidad de dólares que entraban en el país gracias al petróleo). La caída del precio también fue la primera ficha del dominó que terminó con la salida a bolsa de ARAMCO (el santo grial de las empresas estatales se tuvo que vender en parte por culpa del gigantesco déficit que el estado saudita estaba sumando como consecuencia de la caída de los precios del crudo y de un prácticamente inexistente sistema tributario moderno), y quizás también en las llamadas primaveras árabes con las funestas consecuencias que aún están coleando (colapso de Libia y su conversión en estado fallido, guerra civil siria donde todo tipo de intereses extranjeros han aprovechado para meter la cuchara, descomposición del estado en Irak y crecimiento de milicias yihadistas…)

Poco después se expandió y mejoró la tecnología del fracking por Estados Unidos a la vez que los precios de ambos tipos de crudo volvían a subir (entre principios de 2011 y mediados de 2014 el precio de ambos barriles se mantuvo por encima o muy cerca de los 100 dólares) y el sueño de una autarquía estadounidense volvía a la palestra, para después acelerarse con la llegada de Trump al poder y el retorno de algunas empresas deslocalizadas. Hasta que llegó la pandemia y el mercado se fue al traste durante unos días a finales de abril.

Revisión a la baja de la previsión del consumo

A pesar del crecimiento del precio, el cártel de los países productores de petróleo considera que la caída en el consumo de barriles diarios a nivel mundial superará los nueve millones y medio, ya que han agregado 280.000 barriles más de menos a sus previsiones anteriores, y es que la pandemia ya ha provocado cambios estructurales en muchos de los sectores más importantes para el crudo, y la vacuna sola no servirá para revertirlos en un espacio de tiempo corto.

Sin embargo, invertir en petróleo sigue siendo una opción para aquellos que quieren arriesgar algo de su dinero usándolo para especular mediante trading con contratos por diferencia o quizás comprando y vendiendo futuros directamente. Pero este mercado se ha demostrado como extremadamente volátil, y también como uno de los más sensibles de todos a un evento global como ha sido la pandemia, por lo que el inversor deberá ser responsable de vigilar su nivel de apalancamiento si es trader o si vale la pena o no invertir utilizando crédito si lo hace en los mercados más tradicionales, ya que en ambos casos ese plus de capital puede provocar tanto pérdidas como ganancias bastante más altas que utilizando el inversor sólo su capital.