Cómo hacer que tu cerebro prefiera la fruta al chocolate

Hay veces en las que nos gustaría poder reprogramar nuestro cerebro. Que nos gustase más esto que aquello, que nos apetezca más tal cosa que tal otra…Misión imposible, pensamos, pero no es del todo así. Un grupo de médicos y neurocientíficos estadounidenses llevan años intentando conseguir reprogramar el cerebro de tal modo que nos inclinemos más por alimentos sanos que por otros dulces o menos saludables. 

Estas opciones de dieta saludable pueden volverse más atractivas a ojos de nuestro cerebro que una tableta de chocolate. Para ello, solamente hay que “jugar” un poco con las neuronas y las conexiones que se establecen entre ellas pero, ¿cómo conseguirlo exactamente?

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Descifrar las redes neuronales

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Pongámonos en situación. Estamos a punto de tomar una decisión, y tenemos al alcance dos alternativas diferentes. Por ejemplo, una pieza de fruta y una tableta de chocolate. Cada una de esas opciones activa una serie de células nerviosas en nuestro cerebro. La opción más atractiva de ambas será la que genere un movimiento más rápido en nuestra red neuronal. 

Un equipo de expertos en Estados Unidos se propuso manipular este proceso para conseguir favorecer una opción frente a la otra. Para ello estuvieron trabajando con monos y observaron cómo sus neuronas codifican la valía de las diferentes opciones. Y es precisamente siguiendo ese código como el cerebro sopesa cada alternativa y toma una decisión. 

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Condicionar la decisión

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Los investigadores decidieron ir un paso más allá. Modificando la actividad de las neuronas, los investigadores fueron capaces de influenciar la decisión de los monos y guiarlos hacia una opción predeterminada. Según aseguran los científicos, estos descubrimientos podrían abrir una nueva vía para tratar problemas como las adicciones, los desórdenes alimentarios, la depresión y otro tipo de trastornos que implican una toma de decisiones. 

“Existen varios trastornos mentales y neuropsiquiátricos que se deben a que los pacientes toman constantemente decisiones equivocadas”, explica el neurocientífico de la Universidad de Washington y autor del estudio Camillo Padoa-Schioppa. “El problema es que no sabemos muy bien a qué se debe eso en realidad”. 

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Iluminar los mecanismos del cerebro

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“Ahora, gracias a esta investigación, hemos localizado una pieza clave en este puzzle”, continúa el neurocientífico, “y a medida que iluminemos los mecanismos neuronales que subyacen a la toma de decisiones podremos comprender con mayor profundidad dichos fenómenos”. En 2006, el profesor Padoa-Schioppa y sus colegas publicaron un artículo en la revista Nature en el que exponían su último descubrimiento en el cerebro.

Se trataba del córtex orbitofrontal, situado en una región justo detrás del cerebro, que es la zona que se activa cuando se debe decidir entre varias opciones. Por aquel entonces los investigadores no fueron capaces de demostrar el significado de ese lenguaje neuronal. No supieron descifrar de qué modo funcionaba dicho circuito según tomase una decisión u otra. Pero ahora, quince años después, y tras muchas horas de estudio, empiezan a aproximarse a su objetivo. 

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La clave de otros procesos psicológicos

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“Ahora hemos sido capaces de encontrar las neuronas que codifican cada uno de los valores que se le asigna a cada opción. Pero, y esto es importante, esas señales pueden guiar todo tipo de comportamientos, no solamente la toma de decisiones”, explica el profesor. Pueden también “guiar el aprendizaje, la emoción, la atención perceptiva y varios aspectos del control motriz”.

Para continuar en la investigación necesitaban mostrar que esas señales en una zona muy particular del cerebro guiaban la toma de decisiones. Sus últimos hallazgos se han publicado también en la revista Nature con el título “Values encoded in orbitofrontal cortex are causally related to economic choices”. Para llegar a las conclusiones, llevaron a cabo dos series de experimentos con monos a los que se les presentaban dos tipos de bebidas y debían elegir una de ellas. 

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Cantidad y calidad

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Entre las opciones, como ya hemos dicho, se les presentaban dos o más bebidas que podían ser limonada, zumo de frutas, té o agua con sal. Pero no solamente variaba el contenido, sino la cantidad de bebida que había en cada uno de los vasos. De este modo, se aseguraban de que no fuese una opción tan fácil y guiada simplemente por el gusto. Y es que un mono puede preferir una bebida dulce, pero también prefiere la opción que tenga cuanta más bebida mejor. 

Primero identificaron las neuronas que toman parte de este proceso dentro del córtex orbitofrontal. Para ello basta con comprobar qué neuronas se activaban en los monos a la hora de elegir una u otra bebida. Una vez conseguido eso, el equipo implantó electrodos para estimular las células nerviosas que les impulsaban a tomar la decisión que habían predeterminada. ¿Acabaremos nosotros estimulando el cerebro de los niños de una forma u otra para que se coman las verduras? Todo es posible, a estas alturas de la película. 

“En lo que se refiere a este tipo de decisiones, el cerebro del mono y el del humano son muy parecidos”, asegura el profesor Padoa, “pensamos que están subyacentes los mismos circuitos neuronales que hacen a la gente elegir un menú u otro en un restaurante, al invertir dinero en tal o cual cosa o al votar a un candidato”. Y va más allá: “Incluso las decisiones más importantes que tomamos en la vida podrían estar reguladas por este circuito”. 

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