San Silvestre I, Papa, santoral del 31 de diciembre de 2025

El 31 de diciembre la Iglesia celebra la memoria de San Silvestre I, papa que rigió la cristiandad desde el año 314 hasta el 335 y que protagonizó una de las transformaciones más extraordinarias de la historia religiosa. Su pontificado, que duró más de dos décadas, coincidió con el Edicto de Milán y la construcción de las grandes basílicas romanas. Fue el primer pontífice que no murió como mártir tras siglos de persecución.

Despedimos cada año con su nombre, pero pocos conocen la figura de San Silvestre I, el papa número 33 según el Liber Pontificalis. Nacido en Roma hacia el año 285, subió al trono de San Pedro el 31 de enero del 314, apenas meses después de que el Edicto de Milán pusiera fin a las brutales persecuciones contra los cristianos. Durante sus 21 años de pontificado, la iglesia pasó de esconderse en catacumbas a erigir monumentales templos en pleno corazón del imperio.​

El contexto histórico en el que Silvestre ejerció su liderazgo fue absolutamente excepcional. Mientras sus predecesores habían muerto martirizados o habían vivido refugiados en la clandestinidad, él fue el primer papa que pudo gobernar abiertamente bajo la protección imperial. El emperador Constantino, recién convertido al cristianismo, se convirtió en su aliado más poderoso y juntos transformaron el panorama religioso de occidente de forma irreversible.​

De las Catacumbas a las Basílicas

Las leyendas medievales atribuyen a Silvestre el milagro de curar al emperador Constantino de una supuesta lepra y haberlo bautizado personalmente. Aunque los historiadores sitúan el bautismo de Constantino poco antes de su muerte, décadas después, estas tradiciones reflejan el vínculo extraordinario entre ambos. Según el Liber Pontificalis, fue silvestre quien sugirió al emperador la construcción de la basílica de san pedro sobre la tumba del apóstol en la colina vaticana.​

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Durante su pontificado se levantaron las estructuras que definirían la Roma cristiana: la basílica de San Juan de Letrán —catedral de Roma hasta hoy—, el baptisterio lateranense, la basílica de Santa Cruz en Jerusalén y la de San Pablo Extramuros. Constantino regaló al papa el Palacio de Letrán, que se convirtió en residencia pontificia. Estas construcciones no eran simples edificios, sino símbolos de una fe que emergía triunfante tras tres siglos de sangre.

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El Papa del Concilio de Nicea

Aunque su avanzada edad le impidió asistir personalmente al primer Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, Silvestre envió legados que representaron la autoridad de la Santa Sede. En aquella asamblea fundamental se condenó la herejía arriana y se redactó el Credo que los católicos profesan hasta hoy. La presencia de sus representantes garantizó que la voz de roma resonara en las decisiones doctrinales más trascendentales del cristianismo primitivo.​

El concilio marcó un punto de inflexión teológico y político. Mientras Silvestre oraba en Roma, sus emisarios defendieron en Oriente la divinidad de Cristo frente a Arrio, quien negaba la naturaleza divina del Hijo. La victoria doctrinal de Nicea consolidó la ortodoxia católica y demostró que el obispo de roma ejercía una primacía reconocida incluso en las provincias orientales del imperio.

Leyendas y Falsificaciones

La figura de San Silvestre quedó envuelta en una de las falsificaciones más célebres de la historia medieval: la Donación de Constantino. Este documento apócrifo, atribuido falsamente al emperador, pretendía justificar el dominio papal sobre territorios en Italia y otorgaba al papa insignias imperiales. Aunque hoy sabemos que fue un fraude del siglo VIII, durante siglos se utilizó para fundamentar el poder temporal de los pontífices en occidente.​

Las leyendas también narran que Silvestre habría recibido de Constantino la tiara pontificia tras organizar su entrada triunfal en Roma montado a caballo. Estos relatos, aunque carentes de rigor histórico, demuestran la importancia simbólica que adquirió su figura. La memoria popular lo convirtió en el arquetipo del papa victorioso, el puente entre la iglesia perseguida y la iglesia imperial.​

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El Último Santo del Año

San Silvestre I murió el 31 de diciembre del año 335 y fue enterrado en las Catacumbas de Priscila, en Roma. Su festividad cierra litúrgicamente el calendario cristiano, convirtiendo su nombre en sinónimo del fin de año en todo el mundo hispanohablante. La tradicional carrera San Silvestre que se celebra cada 31 de diciembre mantiene vivo su recuerdo, aunque pocos corredores conozcan la historia del pontífice​.

Venerado como santo por católicos, ortodoxos, anglicanos y luteranos, Silvestre representa la transición histórica más dramática del cristianismo. Fue el primer papa que no necesitó esconderse, que pudo construir en lugar de sobrevivir, que vio cómo la cruz pasaba de ser símbolo de tortura a emblema de un imperio. Su legado continúa presente en las basílicas romanas que aún hoy definen la geografía espiritual de occidente.​

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