Madrid parece estar implementando una solución al grave problema de la vivienda y al mismo tiempo dar un respiro a la España “vaciada” de la que todos hablan. ¿Por qué cada vez más gente sueña con irse a vivir a un pueblo, pero no termina de dar el paso? ¿Qué hace falta para que los municipios pequeños no solo sobrevivan, sino que vuelvan a llenarse de vida? ¿Y hasta qué punto el dinero público puede cambiar esa tendencia?
La Comunidad de Madrid lleva tiempo intentando responder a esas preguntas. En un contexto de precios imposibles en las grandes ciudades y de pueblos que pierden población año tras año, el foco se ha desplazado hacia el “otro Madrid”, el de los municipios pequeños, los cascos históricos y las plazas que necesitan algo más que nostalgia para seguir vivos.
La última apuesta va en esa dirección. Siete millones de euros más para 2026 dentro del programa Pueblos con Vida, una inversión que busca algo más ambicioso que lavar la cara a los pueblos, hacerlos atractivos, habitables y competitivos frente a la ciudad.
Embellecer para quedarse (y para volver)

El plan parte de una idea sencilla, pero clave, nadie se queda a vivir en un sitio que se cae a pedazos. Por eso, buena parte de la inversión se ha destinado a renovar calles, plazas, fachadas y edificios públicos. No es solo estética. Es accesibilidad, comodidad y orgullo de pertenencia. Cuando un pueblo mejora su espacio urbano, cambia también la forma en la que lo miran sus vecinos… y quienes lo visitan.
En los dos últimos años se han ejecutado 136 actuaciones en municipios de menos de 20.000 habitantes. Rozas de Puerto Real, Puentes Viejas, Garganta de los Montes o Villamanta son ejemplos de pueblos donde ya se notan los cambios. Plazas mayores renovadas, cascos históricos rehabilitados o calles principales que dejan de ser un problema para convertirse en un punto de encuentro. Para muchos vecinos, estas obras han sido la señal de que su pueblo no está olvidado.
Del decorado al proyecto de vida

Pero la estrategia no se queda en el urbanismo. El programa Pueblos con Vida forma parte de un plan más amplio, con 13 medidas pensadas para fijar población y atraer nuevos vecinos. Aquí entran en juego el comercio local, la hostelería, el turismo y, sobre todo, la vivienda. Sin casas accesibles, no hay repoblación posible, por muy bonito que sea el entorno.
La Comunidad ha anunciado ayudas para la construcción y rehabilitación de viviendas en alquiler asequible, especialmente dirigidas a jóvenes menores de 35 años. A esto se suman deducciones fiscales para quienes compren o alquilen en municipios pequeños. El mensaje es claro, vivir en un pueblo no debe ser un sacrificio económico, sino una opción real y viable frente a la ciudad.
El “otro Madrid” como alternativa real

En total, 143 de los 179 municipios de la región tienen menos de 20.000 habitantes. En ellos viven más de 600.000 personas. No son pueblos residuales ni anecdóticos, son una parte esencial del equilibrio territorial madrileño. Por eso, el Gobierno regional insiste en que revitalizar el mundo rural no es un gesto romántico, sino una necesidad estratégica.
Las nuevas actuaciones previstas para 2026 (como el soterramiento de redes eléctricas en Brunete, nuevas sendas peatonales en Batres o la modernización de edificios municipales en Belmonte de Tajo o Los Molinos) van en esa línea. Mejorar servicios, reforzar la identidad local y hacer que estos municipios compitan en calidad de vida. Porque cuando un pueblo funciona, deja de ser un “plan B” y empieza a ser una elección consciente.
Repoblar no es solo mover gente de un sitio a otro. Es crear condiciones para que quien llega quiera quedarse y quien ya está no se marche. La inversión está sobre la mesa y los cambios empiezan a notarse. Ahora la pregunta es si este impulso será suficiente para transformar los pueblos vacíos en lugares con futuro. Tal vez la próxima gran oportunidad de vivir mejor no esté en subir de planta, sino en cambiar de plaza.







