Cómo abrir una botella de vino sin sacacorchos: 3 métodos seguros para salvar la cena de Nochevieja

La escena es un clásico del terror navideño: la cena está lista, las copas brillan, pero el utensilio fundamental ha desaparecido de la faz de la tierra. Lejos de cancelar el brindis o recurrir a la fuerza bruta desmedida, la física aplicada y un poco de ingenio nos ofrecen tres salidas dignas —y seguras— para descorchar esa botella sin montar un drama.

Faltan cinco minutos para las doce campanadas, tienes una estupenda botella de vino en la mano y una gota de sudor frío recorre tu espalda al notar la ausencia de herramientas. Aunque parezca el fin del mundo, lo cierto es que el pánico escénico ante los invitados es el peor enemigo en estas situaciones límite de Nochevieja. No hace falta ser sommelier para saber que la noche depende de abrir ese vidrio, y la desesperación puede llevarnos a cometer errores que acaben en urgencias en lugar de en fiesta.

La Ley de Murphy dicta sentencia justo cuando las tiendas ya han cerrado y los vecinos no responden al timbre, dejándonos solos ante el peligro. Sin embargo, no todo está perdido porque nadie recuerda dónde guardó el sacacorchos hasta que el problema ya está resuelto con métodos alternativos. La clave reside en mantener la calma, buscar en la caja de herramientas o en el zapatero y aplicar la presión justa en el lugar indicado para que el corcho ceda sin resistirse.

Publicidad

El zapato contra la pared: la leyenda urbana que sí funciona

YouTube video

Este método circula por internet como un mito dudoso, pero tiene una base científica sólida relacionada con la cavitación y la transmisión de ondas de choque a través de los fluidos. Lo creas o no, el golpe seco transmite la energía desde la base de la botella hasta el cuello, empujando el corcho hacia fuera milímetro a milímetro. Debes colocar la base de la botella dentro del talón de un zapato de suela plana —nada de tacones ni deportivas con mucha amortiguación— y golpear con firmeza, pero sin violencia, contra una pared sólida y vertical.

No obstante, hay que tener un cuidado exquisito con la fuerza empleada, porque si te pasas de frenada podrías romper el vidrio en tus propias manos. Por seguridad, te recomiendo encarecidamente envolver la base en una toalla antes de meterla en el zapato para evitar cortes si algo sale mal. Tras unos cuantos golpes rítmicos verás cómo el corcho asoma lo suficiente para que puedas sacarlo con la mano, momento en el que te sentirás como el rey absoluto de la fiesta.

Bricolaje de urgencia: un tornillo y unos alicates salvan la cena

Si la idea de aporrear la pared te parece demasiado arriesgada para tu integridad física, la caja de herramientas es tu siguiente mejor aliada en esta cruzada doméstica. Un tornillo largo de rosca ancha, de esos que se usan para madera, actúa como un anclaje perfecto si lo introduces con un destornillador en el centro exacto del corcho. La mecánica es idéntica a la de un sacacorchos tradicional, solo que requiere un poco más de maña y fuerza bruta para completar la extracción sin desmoronar el material.

Una vez que el tornillo esté firmemente insertado, dejando solo la cabeza fuera, necesitarás unos alicates —o la parte trasera de un martillo de orejas— para tirar hacia arriba. Es fundamental que intentes hacer palanca con cuidado extremo apoyándote en el borde de la botella, quizás protegiéndolo con un trapo, para no astillar el cristal. Si lo haces despacio, el corcho saldrá con un sonido satisfactorio y habrás demostrado que el ingenio vale más que cualquier utensilio de diseño.

La técnica del hundimiento o cómo empujar el problema al fondo

YouTube video

A veces la física no coopera y no tenemos tornillos a mano, así que toca recurrir a la solución inversa: si el corcho no quiere salir, tendrá que entrar. Debes saber que la presión interna puede salpicar vino por toda la cocina si no tienes cuidado al empujar, así que hazlo lejos del mantel blanco de la abuela. Necesitarás un objeto contundente y cilíndrico que quepa por el cuello de la botella, como el mango de una cuchara de madera resistente o un marcador grueso.

Coloca la botella en una superficie estable, agarra firmemente el cuello con una mano y usa la otra para presionar el corcho hacia el interior del líquido. Vas a necesitar bastante fuerza para vencer la resistencia del corcho y el aire comprimido, pero en cuanto ceda, caerá dentro del vino flotando alegremente. No es la solución más estética del mundo, desde luego, pero te garantizo que a las tres de la mañana a nadie le importará demasiado la técnica empleada.

Cómo servir el vino con dignidad tras la batalla campal

Si has tenido que recurrir al método de empujar el corcho hacia dentro, es muy probable que hayan quedado migas flotando en el preciado líquido. Lo ideal en este caso es usar un filtro de café o un colador fino para trasvasar el contenido a una jarra o decantador antes de servirlo en las copas. De esta forma eliminas cualquier rastro de la "cirugía" de urgencia y presentas la bebida como si nada hubiera pasado, manteniendo la elegancia intacta.

Publicidad

Al final, lo que cuenta en Nochevieja es la capacidad de reacción y las risas que genera la situación entre los comensales, que recordarán la anécdota mucho más que el sabor del crianza. Ten claro que la historia será mejor que la bebida y te convertirá en el héroe accidental de la velada. Brindar después de haber peleado cuerpo a cuerpo con la botella hace que el primer trago sepa, indiscutiblemente, mucho mejor.

Publicidad