El programa del corazón 'Aquí hay madroño', que emitía Telemadrid, vulneró de forma grave su intimidad y su imagen en varios reportajes emitidos a finales de 2018. La sentencia, que es firme a falta de un último recurso, carga duramente contra el formato, acusándolo de actuar con frivolidad y sin verificar la información, especialmente al tratar la vida de su padre, ya fallecido. Lo más llamativo es el reproche final de los jueces: que esto ocurriera en un medio de comunicación público.
El caso se remonta a hace más de seis años, cuando Georgina Rodríguez empezaba a ser conocida como pareja de Cristiano Ronaldo, pero aún estaba lejos del fenómeno mediático global de hoy. El programa, presentado entonces por Carmen Alcayde y David Valldeperas, dedicó varios espacios a investigar su pasado, su familia y su infancia en Jaca. Ahora, la Audiencia Provincial de Madrid ha dicho basta. Considera que se cruzó una línea roja al inmiscuirse en la vida de personas que, en ese momento, eran anónimas y no tenían relevancia pública.
Lo que hizo el programa de Telemadrid y por qué la justicia lo ha condenado

Los reportajes de 'Aquí hay madroño' que han motivado la condena fueron emitidos a finales de 2018 en Telemadrid. El formato, que buscaba competir con programas como 'Sálvame', se adentró en la vida privada de Georgina Rodríguez con un estilo sensacionalista. Se habló de su "pasado oculto", se mostraron imágenes de cuando era niña y se hicieron afirmaciones sobre su familia y su padre, como que "sus ojos esconden los duros momentos que tuvo que vivir durante su niñez".
La justicia ha examinado todo esto. Primero, un juzgado de Pozuelo de Alarcón y ahora la Audiencia Provincial de Madrid han coincidido en que el programa indagó en aspectos privados "con frivolidad y sin constatación de veracidad". Los magistrados señalan que, para entonces, ni Georgina, ni su hermana, ni su fallecido padre eran personajes públicos. Eran, dice la sentencia, "plenamente anónimos". Por tanto, no existía un interés general legítimo en escarbar en su vida familiar.
El programa, según los jueces, llegó a presentar testimonios de vecinos de Jaca haciéndolos pasar por familiares o amigos cercanos, "sin que se acredite que realmente se trataba de familiares y vecinos de las demandantes". Una práctica que el tribunal tilda de falta del "mínimo rigor" periodístico.
El argumento: en 2018, Georgina no era quien es hoy

Telemadrid intentó defenderse argumentando que Georgina Rodríguez es hoy una persona con una enorme proyección pública, con casi 72 millones de seguidores en Instagram y un reality exitoso en Netflix. Pero los jueces han dicho que eso es irrelevante para lo que ocurrió en 2018.
“En 2018 no era conocida, no era seguida en redes sociales, no tenía imagen propia y por ende no había un interés general en conocer aspectos de su vida anterior, menos aún de su vida familiar o de la vida de su padre”, zanja el tribunal. Los magistrados incluso se preguntan por qué se consideraba noticia su incipiente relación con Cristiano Ronaldo en aquel momento:“Se ignora el motivo por el que se consideraba noticiable que tal persona tuviera incipientes, entonces, relaciones con un afamado futbolista”.
La conclusión es que compartir datos “no contrastados” de su vida privada no estaba justificado “por unos ignorados usos sociales”. Aunque, añaden con ironía, “quizá sí” por “determinados usos periodísticos y de búsqueda de audiencias”. Es decir, por el afán de rating.
El agravante de ser una televisión pública

Uno de los aspectos que más peso tiene en la sentencia, y que se menciona expresamente, es que el programa se emitía en una televisión pública, Telemadrid. No era un canal privado dedicado al espectáculo. Los jueces subrayan su reproche “más aún cuando se trata de un programa emitido por una televisión pública”.
Este matiz implica que, al tratarse de un medio financiado con fondos públicos, se espera un estándar diferente en su labor informativa, un mayor rigor y un respeto escrupuloso por los derechos fundamentales, más allá de la lógica del entretenimiento.
La cuantía de la indemnización y el camino judicial

La sentencia condena a Telemadrid a pagar un total de 130.000 euros. De esa cantidad, 80.000 euros son para Georgina Rodríguez por la vulneración de su intimidad y su imagen. Los otros 50.000 euros se repartirán entre ella y su hermana por las afirmaciones hechas sobre su padre fallecido, cuya imagen también fue invadida.
El tribunal considera que esta cifra está bien calculada, teniendo en cuenta “la forma de ser presentado el reportaje y las veladas insinuaciones sobre aspectos no edificantes de esa relación familiar a pesar de su falta de contraste con la realidad, su falta de veracidad”.
Telemadrid, según fuentes del caso, no ha dado su brazo a torcer y ya ha recurrido la sentencia ante la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo. Sus argumentos, que no prosperaron en la Audiencia Provincial, se centraban en que el fallo se había fijado demasiado en el derecho al honor cuando la demanda hablaba de intimidad e imagen. Ahora será el Supremo quien tenga la última palabra.
Un precedente sobre los límites de la prensa del corazón

Esta sentencia va más allá del caso concreto. Establece un precedente relevante sobre los límites que tienen los programas de telebasura o del corazón al investigar la vida de las personas. Reafirma que el hecho de que alguien sea hoy famoso no da carta blanca para revisar y especular sobre cada detalle de su pasado, especialmente si en ese momento era un ciudadano privado.
Manda un mensaje claro sobre la necesidad de contrastar la información y de no usar la frivolidad y la elucubración como método periodístico. Sobre todo, recuerda a los medios, y en especial a los públicos, que el derecho a la intimidad y a la propia imagen son fundamentales y priman sobre el mero entretenimiento o la caza de audiencia.
Para Georgina Rodríguez, es la confirmación de una batalla legal ganada. Para Telemadrid, una mancha en su historial y una multa cuantiosa. Y para el público, una lección sobre hasta dónde puede llegar la obsesión por los famosos y cuándo la justicia dice basta.







