En el siglo XXI, la Fórmula 1 se convirtió en España en algo especial. Es sus mejores años, la F1 fue un fenómeno social, un evento de masas capaz de paralizar domingos enteros y reunir a millones de espectadores frente al televisor. La era dorada de Fernando Alonso convirtió las carreras en auténticos acontecimientos nacionales, con audiencias propias de una final de fútbol y una presencia constante en la conversación pública.
Hoy, sin embargo, la realidad es muy distinta. La F1 sigue siendo un producto global de primer nivel, pero en España su impacto televisivo se diluye año tras año, con datos que reflejan una pérdida progresiva de interés; o, al menos, de seguimiento por las vías oficiales.
Las cifras más recientes que podemos analizar partir de los gráficos de audiencias de MedF1osTV no dejan lugar a interpretaciones optimistas, porque la temporada que acaba de terminar confirma una tendencia a la baja que ya se arrastraba desde el año anterior. En 2025, la Fórmula 1 ha vuelto a perder espectadores en España, con descensos que rondan el 5 % respecto a 2024, un año que ya había sido especialmente negativo tras dejarse por el camino más de un tercio de su audiencia media. El retroceso no es puntual ni atribuible a una carrera concreta... es estructural.
Buena parte del problema tiene nombre y apellidos. Desde que la Fórmula 1 abandonó la televisión en abierto y pasó a emitirse de forma casi exclusiva en plataformas de pago, primero en Movistar+ y ahora en DAZN, el alcance del campeonato se ha reducido drásticamente. Es un hecho asumido por el propio sector audiovisual, ya que cualquier contenido emitido en abierto multiplica su audiencia respecto al mismo contenido tras un muro de pago.

En el caso del motorsport, esa diferencia es especialmente sangrante si se compara con los años en los que las carreras se emitían en cadenas generalistas y superaban con facilidad varios millones de espectadores.
2007, año en el que Fernando Alonso peleó el título mundial hasta la última carrera con Hamilton y el ganador Kimi Räikkönen (último campeón de Ferrari), sigue siendo la temporada más vista de la historia con 4.600.000 espectadores de media, un espectacular 51.7 % de audiencia. Este año, la audiencia media ha sido de 430.000 espectadores, un 7,7 % de share.
2007 fue la temporada más vista en la historia de España con 4.600.000 espectadores y 51,7 % de audiencia media. En 2025, la cifra de espectadores ha sido 430.000 y el share un 7,7 %
Actualmente, los datos oficiales de DAZN muestran una Fórmula 1 que se mueve habitualmente en cifras comprendidas entre los 350.000 y los 450.000 espectadores por carrera, con picos puntuales que apenas rebasan el medio millón en grandes premios muy concretos. El share, además, rara vez supera el 5 %, una cifra modesta para un campeonato que aspira a ser considerado uno de los grandes eventos deportivos del calendario. Aunque son cifras respetables para un canal temático de pago, están muy lejos de lo que históricamente representó la F1 en el mercado español.
Evidentemente, tiene mucho que ver con el bicampeón español, porque la etapa en la que Fernando Alonso estuvo fuera (2019 y 2020) coincide con los peores datos de audiencia (150.000 espectadores de media en 2019). Es evidente que Carlos Sainz no genera el mismo efecto, ni siquiera cuando ha peleado por victorias con Ferrari y Alonso estaba fuera de la batalla.
En países vecinos, como Francia, la tendencia es opuesta, registrando 1,87 millones de espectadores en carreras como la de Abu Dabi. Al menos la F1 sí triunfa frente a la competencia de MotoGP, ya que este 2025 supone el quinto año consecutivo que el automovilismo le gana al motociclismo, pasando de un 8 % de diferencia en 2024 a un 17 % en esta temporada.

Los problemas de DAZN con el 'producto F1'
Pero caso aparte merece el hecho de que el problema no se limita únicamente a la carrera en sí. Los análisis de audiencia de los previos y los programas posteriores al gran premio dibujan un panorama todavía más preocupante. En muchos casos, la audiencia de previos y posts se desploma entre un 60 % y un 80 % respecto a la carrera, lo que indica que una parte significativa del público entra solo para ver las vueltas decisivas y abandona la emisión en cuanto cae la bandera a cuadros.
El modelo de cobertura extensa de DAZN, con horas de contenido alrededor del evento principal, no termina de enganchar a una audiencia cada vez más fragmentada y selectiva. Con suerte, uno de cada cinco espectadores ven más allá de la carrera, y muchos aficionados aseguran que el producto, aunque cuente con la figura de Antonio Lobato y comentaristas muy bien valorados como Pedro Martínez de la Rosa y Toni Cuquerella, no es atractivo (menos tras la pérdida de figuras expertas como Albert Fábrega).
El coste de acceso no es un elemento menor en esta ecuación. DAZN ha ido incrementando progresivamente el precio de su oferta en los últimos años. Para muchos aficionados, especialmente aquellos que solo siguen la Fórmula 1 y no otros deportes, el precio resulta excesivo.
El contraste con la televisión en abierto, donde el acceso era inmediato y gratuito, sigue pesando en la percepción del público. De hecho, la excepción del GP de España, que se emitió por Telecinco y TV3, dejó más de 2 millones de espectadores.
El asterisco de la piratería
Eso sí, precisamente esto último nos lleva al factor clave que no aparece reflejado en los audímetros tradicionales, pero que todo el sector conoce: la piratería. En España, la Fórmula 1 es uno de los contenidos deportivos más consumidos de manera ilegal. Grupos de Telegram, servicios de IPTV no autorizados y retransmisiones en directo a través de páginas web proliferan cada fin de semana de gran premio.
Miles de aficionados siguen las carreras por estas vías alternativas, bien por el precio de la suscripción, bien por rechazo al modelo de pago o, simplemente, por comodidad (a veces la calidad de imagen es mayor en la retransmisión pirata...). El resultado es una audiencia real superior a la registrada oficialmente, pero imposible de monetizar y de medir con precisión.
Sea como fuere, la consecuencia directa de todo esto es una Fórmula 1 que pierde visibilidad en el día a día. Menos espectadores implica menos conversación social, menos presencia en informativos generalistas y una menor capacidad para atraer a nuevos aficionados. La competición se mantiene viva entre los seguidores más fieles, pero le cuesta conectar con audiencias jóvenes o con espectadores ocasionales, algo fundamental para garantizar su futuro en un mercado tan competitivo como el audiovisual.

Paradójicamente, esta caída de audiencia en España contrasta con la buena salud global del campeonato. La Fórmula 1 bate récords de seguimiento en mercados como Estados Unidos, crece en redes sociales y ha sabido reinventar su narrativa a través de documentales y nuevos formatos digitales. Sin embargo, ese impulso internacional no termina de trasladarse al mercado español, donde el modelo de distribución actúa como un freno más que como un acelerador.
El debate sobre un posible regreso parcial a la televisión en abierto vuelve a aparecer de forma recurrente cada vez que se publican datos de audiencia, pero no parece un escenario posible. La experiencia pasada demuestra que la visibilidad masiva impulsa el interés y el seguimiento, aunque también reduce los ingresos directos por derechos televisivos.
De momento, los números son claros y la Fórmula 1 en España no acelera. Pierde tracción en términos de audiencia y los datos de DAZN, aun siendo comprensibles dentro de un contexto de pago, resultan descorazonadores si se comparan con la dimensión histórica del campeonato en nuestro país. Si no hay cambios en el modelo o en la estrategia de difusión, el riesgo es evidente: ¿qué va a pasar cuando se retire Fernando Alonso?







