La capacidad para reconocer rostros ha sido analizada por parte de un grupo de investigadores, que han permitido revelar este misterio del cerebro por el que hay quienes son capaces de recordar fácilmente a personas con las que se han visto en otros momentos, incluso habiendo pasado décadas, y otras que no son capaces de hacerlo.
Existe un motivo por el que ciertas personas nunca olvidan una cara y otras no recuerdan ninguna, y tras numerosos estudios se ha podido llegar a encontrar la explicación que lo justifica, en un hallazgo que es importante para poder tener un mayor conocimiento acerca del funcionamiento de nuestro cerebro.
EL CEREBRO Y SU CAPACIDAD PARA RECORDAR CARAS
Tener la capacidad para reconocer rostros con una gran precisión ha vuelto a ser objeto de estudio como parte de una nueva investigación científica que explica el motivo por el que hay personas que no olvidan una cara y otras apenas recuerdan a quienes acaban de ver hace unos días e incluso horas.
En esta ocasión ha sido un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur el que ha sido capaz de demostrar que la diferencia entre estas personas se encuentra en la manera en la que los ojos seleccionan los rasgos más relevantes de cada persona. De esta manera, disfrutan de una gran ventaja en lo que respecta a la identificación facial.
Este estudio, que ha sido publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences se ha centrado en los denominados “superreconocedores”, mostrando que la habilidad de estos no depende de examinar durante más tiempo una imagen, sino que son capaces de dirigir su mirada a los elementos que mayor información aportan para reconocer un rostro.
James Dunn, el autor principal del estudio, asegura que estos “superreconocedores” no solo miran con mayor atención a otras personas, sino que "también parecen más inteligentes, dado que eligen las partes más útiles de un rostro para captar".
LAS MIRADAS SON CLAVES PARA EL CEREBRO
Después de que un neurocientífico haya revelado lo que sucede cuando tu equipo marca un gol decisivo, ahora este hallazgo es clave para conocer cómo el cerebro es capaz de reconocer rostros que ya ha visto con anterioridad.
En este caso, los investigadores utilizan tecnología avanzada de seguimiento ocular para estudiar el comportamiento visual de 37 personas con memoria facial excepcional, así como 68 participantes con una capacidad promedio.
El análisis hizo posible la reconstrucción digital de áreas del rostro que procesaban cada uno de los individuos, mostrando que los “superreconocedores” son capaces de fijarse en los rasgos más distintivos de una persona desde el primer momento. Es por ello por lo que ofrece una identificación más eficaz, mejorando las capacidades del cerebro en este sentido.
La información recabada fue, a posteriori, incluida en varias redes neuronales diseñadas para comparar identidades. Los algoritmos mostraron una mayor precisión cuando usaban datos visuales de los “superreconocedores”, a pesar de que se procesase la misma cantidad de información.
Para James Dunn, se trata de "una manera automática y dinámica de captar lo que hace único a cada rostro", destacando que la clave está en la calidad que tenga cada uno de los detalles que son captados y procesados por el cerebro.
COMPONENTE GENÉTICO QUE INTERVIENE EN EL CEREBRO
El equipo encargado de la investigación defiende que esta capacidad no se puede adquirir siguiendo unas técnicas específicas. Su funcionamiento recuerda a una caricatura mental, en la que se potencian los elementos más diferenciadores de cada rostro para que así se pueda llegar a facilitar el recuerdo de caras.
La conclusión a la que han llegado los investigadores muestra coincidencias con estudios previos en los que se ha podido describir la forma en la que las personas son capaces de analizar la cara de otras de una manera muy precisa, interpretando cada fragmento por separado antes de integrar todo el conjunto.
Por otro lado, los autores de la investigación hacen hincapié en que esta habilidad para reconocer rostros por parte de los “superreconocedores” puede tener un componente genético y ser parte de los mecanismos evolutivos que los seres humanos comparten con otros primates.
En este sentido, a pesar de los avances en inteligencia artificial, los seres humanos siguen mostrando que hay ventajas en condiciones variables a través de la memoria visual, el contexto y el reconocimiento previo. Todo ello ayuda a interpretar cómo los ojos y el propio procesamiento del cerebro juegan un papel clave a la hora de identificar y recordar otras caras.
NO SOLO DEPENDE DEL PROCESAMIENTO DEL CEREBRO
Ahora que sabemos que el cerebro humano viene con instrucciones “predeterminadas” desde el momento de su formación y que nos ayudan a entender el mundo que nos rodea, también podemos conocer detalles acerca de por qué hay personas que nunca olvidan una cara, y en otras sucede lo contrario.
Este estudio también ha aportado aspectos relevantes que pueden ser de gran ayuda a la hora de perfeccionar los sistemas de reconocimiento facial. Comprender la manera en la que los ojos detectan las señales más útiles permite desarrollar algoritmos capaces de reproducir las estrategias más eficientes que usan esas personas que tienen mayor capacidad para reconocer a otros.
El autor principal del estudio, James Dunn, destaca que la precisión en el reconocimiento no solo depende del procesamiento cerebral posterior, sino que en este sentido juega un papel clave la observación inicial que se realiza de cada sujeto.
De esta manera, la forma en la que nuestros ojos se encargan de explorar el rostro de otras personas juega un papel fundamental para condicionar la información que llega hasta el cerebro. De esta manera se explica el motivo por el que algunas personas consiguen recordar una cara durante años sin apenas esfuerzo, lo que contrasta con quienes no son capaces de hacerlo.
Ante este panorama, hay quienes se preguntan si esta habilidad se puede entrenar o no, y aunque hay camino por explorar en este sentido, gran parte de ello tiene que ver con la genética y con otras capacidades inherentes a cada persona.
