Reservar mesa en restaurantes por Navidad nunca había salido tan caro

La Navidad vuelve a las calles, a los salones y a los restaurantes, pero no en la forma que conocíamos. El gesto habitual de reservar mesa sin compromiso ha desaparecido. Este año, el espíritu festivo se presenta con una nueva norma instalada en el calendario: la reserva ya no se confirma, se paga.

Cada diciembre la misma escena se repite. Llamadas, listas de espera, cenas de empresa, reencuentros familiares y el dilema de siempre, ¿dónde cenamos sin dejar el sueldo en la comida de Navidad?

Pero este 2025 ha marcado un antes y un después. Lo que hasta hace poco era gratis, el apartar una mesa, ahora se convierte en un coste añadido que puede superar los 20 euros por persona solo por asegurar el hueco.

NAVIDAD CON ANTICIPO OBLIGATORIO PARA CENAR

Según la OCU, cada español gastará este año, de media, unos 143 euros por persona en comidas y cenas navideñas, lo que revela que, cuando ya sumas el menú, las bebidas, la cena y el suplemento por reservar, la cuenta se dispara aún más.

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Es ahí donde la hostelería, tras dos campañas navideñas de récord, ha encontrado un nuevo modelo para blindarse frente a cancelaciones, cobrar por reservar. En algunos locales ese pago no es un anticipo que se descuenta, sino un suplemento fijo.

Una suerte de peaje navideño para poder sentarse a comer. Restaurantes de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla ya aplican esta fórmula y, según asociaciones del sector, la medida se extenderá de forma generalizada antes de Nochebuena.

CADA VEZ MÁS FAMILIAS OPTAN POR CENAS CASERAS POR NAVIDAD

Los hosteleros defienden la medida con un argumento recurrente. El año pasado sufrieron cancelaciones masivas de última hora, mesas vacías en fechas de máxima demanda y cenas de empresa que reservaron en varios locales a la vez sin avisar después. El sector asegura que el cobro por reserva no es un abuso, sino una herramienta para sobrevivir a un diciembre tensionado, donde cada hueco vacío supone pérdidas.

Señalan también que, tras dos campañas navideñas con ocupación récord pero con inestabilidad de última hora, no podían repetir el mismo esquema. Para ellos, la señal anticipada es la única forma de proteger ingresos y organización.

Reservar mesa en restaurantes por Navidad nunca había salido tan caro Fuente: Agencias
Varias personas cenan en la terraza de un restaurante del centro de Mérida Fuente: Agencias

Sin embargo, la calle no lo ve del mismo modo. Muchos clientes sienten que pagar solo por decidir dónde cenar es un salto desproporcionado. La reserva empieza a entenderse como peaje navideño o entrada sin espectáculo incluido. Cada vez son más las familias que renuncian a restaurantes y optan por cenas caseras, turnos compartidos o celebraciones en locales de precio cerrado donde no existe cobro previo. También se está dando otro fenómeno: grupos que, pese a su fidelidad histórica, han decidido cambiar de restaurante este año por no aceptar el pago anticipado.

LA MAYORÍA DE LAS VECES NO EXISTE NINGÚN REEMBOLSO POR CANCELAR EN UN RESTAURANTE

La terminología tampoco ayuda. En algunos locales la cantidad adelantada se descuenta del ticket final, en otros no. A veces se devuelve si se cancela con más de 72 horas, otras no existe reembolso posible bajo ningún escenario. No siempre queda claro qué paga el cliente, si ese dinero es parte del menú, si es una garantía por si no aparece o si se trata de un suplemento definitivo destinado a cubrir huecos.

Detrás de los adornos, las luces y el espíritu festivo, la Navidad ha empezado a parecerse más a un terreno tarifado donde cada gesto tiene coste. Reservar, cambiar de hora, alargar la sobremesa. Ttodo puede traducirse en recargos. Algunos restaurantes incluso advierten ya del cobro extra si la mesa se ocupa más tiempo del previsto. Lo que en otros tiempos era conversación relajada ha pasado a medirse en minutos.

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Reservar mesa en restaurantes por Navidad nunca había salido tan caro Fuente: Europa Press
Ambiente en una terraza de un establecimiento de Chueca Fuente: Europa Press

La hostelería, mientras tanto, se encuentra en una encrucijada. Por un lado, el ingreso anticipado garantiza estabilidad y frena el caos de cancelaciones. Por otro, genera desconfianza en una clientela que se sentía parte de un ritual anual y que ahora percibe un trato que se aleja de esa relación casi familiar entre restaurador y habitual navideño. El dilema es evidente: proteger la caja o conservar la tradición.

LA OCU PIDE CLARIDAD ABSOLUTA

Asociaciones de consumidores como la misma OCU, piden claridad absoluta en condiciones, devolución proporcional cuando el aviso sea razonable y transparencia en la aplicación de suplementos. Para ellas, la reserva no puede convertirse en un pago sin explicación ni marco legal, especialmente en fechas donde el gasto se multiplica y el consumo se dispara.

Diciembre vuelve con su ritual de siempre: mesas abarrotadas, brindis que se alargan, reencuentros que solo permite el calendario y felicitaciones repetidas al borde de la medianoche. Pero esta Navidad llega con un invitado inesperado, ajeno a cualquier tradición pero instalado ya sin contemplaciones. Reservar ya no es solo apuntar el nombre y la hora. Ahora implica tarjeta en mano. Lo que durante décadas fue un gesto automático y gratuito se ha transformado en un peaje casi obligatorio. Antes el inicio de la cena era el mantel bien colocado; hoy, el primer paso pasa irremediablemente por el datáfono.

Este 2025 será recordado como el año en el que pedir mesa dejó de ser gesto amable y pasó a ser transacción previa. Un cambio silencioso, aceptado casi sin discusión, que está redefiniendo la experiencia gastronómica navideña y que plantea una pregunta rotunda para los próximos años: ¿cuánto más costará simplemente sentarse a celebrar?

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