Durante mucho tiempo los seres humanos han observado con asombro las migraciones imposibles de las aves, que son capaces de atravesar continentes y océanos con una precisión que parece difícil de imaginar que sea real, puesto que en su caso no tienen en su poder mapas ni GPS. Por ello, desde hace mucho tiempo hay estudios en marcha para entenderlo mejor.
A lo largo de los años ha habido numerosas investigaciones al respecto, pero ahora ha habido un importante hallazgo que asegura que el misterio de cómo las aves saben siempre hacia dónde volar tiene que ver con un órgano muy concreto, que hace las veces de brújula biológica.
LA BRÚJULA OCULTA DE LAS AVES

Durante siglos, los seres humanos han observado con asombro las migraciones de las aves que, sin tener en su poder mapas ni dispositivos GPS, son capaces de recorrer grandes distancias, atravesando continentes y océanos con una precisión que parece difícil de explicar.
Entender la manera en la que las aves son capaces de desplazarse de esta manera y mantener una orientación impresionante ha hecho que durante años los científicos hayan tratado de encontrar esa explicación. Ahora un equipo de investigadores cree haber encontrado la respuesta, y todo radica en una especie de brújula biológica oculta en el oído interno, en su caso centrando la investigación en las palomas.
Este hallazgo publicado en la revista Science tiene un doble enfoque, centrándose tanto en el mapeo cerebral avanzado como en la secuenciación de ARN de células individuales del oído interno de estas aves.
En ambos casos, todo apunta a que el sistema vestibular, que se trata de una estructura que ha sido durante mucho tiempo relacionada con el equilibrio, también podría ser clave a la hora de percibir el campo magnético de la Tierra.
UN MECANISMO FÍSICO DE LAS AVES

Eric Warrant, investigador en biología sensorial de la Universidad de Lund (Suecia), ha explicado que este hallazgo es probablemente la demostración más clara de las rutas neuronales responsables de la percepción magnética en cualquier animal.
A pesar de que ya ha habido estudios previos en los que se planteaba la posibilidad de que otras especies como tortugas, truchas, marinas o petirrojos tienen esta sensibilidad, nunca se había delineado con tanta claridad el mecanismos físico implicada en ella, y ahora se ha encontrado en estas aves.
Uno de los mayores desafíos dentro de este campo ha sido poder determinar el lugar en el que se registra la información magnética dentro del organismo de los animales. Desde hace tiempo había diversas hipótesis, en su mayoría apuntando a los ojos, donde se creía que había un efecto cuántico en la retina que haría que pudiesen "ver" campos magnéticos.
Otras, en cambio, apostaban por el pico, que según se barajaba, contendría partículas de óxido de hierro funcionando como minúsculas agujas de brújula.
AVES CAPACES DE CAPTAR CORRIENTES INDUCIDAS POR CAMPOS MAGNÉTICOS

En una era en la que las videollamadas a mascotas están de moda, seguimos descubriendo cosas fascinantes en torno al mundo animal, en este caso centrados en las aves. Más allá de las hipótesis mencionadas, allá por el año 2011 había algunos experimentos que sugerían que el sistema vestibular de las palomas reaccionaba a estímulos magnéticos.
Esta estructura, compuesta por un total de tres canales llenos de fluido y orientados en ángulos rectos entre ellos, es la que permite a los vertebrados mantener el equilibrio y orientarse en el espacio tridimensional.
Los resultados fueron reveladores, mostrando cómo algunas regiones cerebrales, principalmente las encargadas del procesamiento de las señales del sistema vestibular, mostraron una actividad neuronal claramente vinculada con la exposición magnética.
A pesar de que el hallazgo no explicaba cómo las neuronas sentían el magnetismo, sí que pudo reducir de manera notable la lista de posibilidades hasta determinar un solo sistema encargado de que estas aves pudiesen orientarse con tanta precisión. Este no era otro que el oído interno.
El equipo de investigadores investigó si las palomas podían poseer una versión modificada de un mecanismo ya conocido en tiburones y rayas, que son animales que poseen una capacidad para detectar diminutas corrientes eléctricas que se producen por el movimiento de presas.
En 2019, una nueva investigación confirmó que las palomas también expresan una proteína sensible a los cambios eléctricos, con una modificación genética específica (una inserción de diez aminoácidos), que permitiría a estas aves captar las corrientes inducidas por campos magnéticos.
EL SECRETO DE ESTAS AVES

Mientras la clonación animal ya es una práctica aprobada por la Unión Europea, nos encontramos con este nuevo estudio que ha encontrado cuál es el secreto de estas aves y otras muchas para poder orientarse y saber con precisión a dónde deben volar.
En este caso, la secuenciación del ARN de células individuales del sistema vestibular reveló una alta presencia de proteínas sensibles a alteraciones electromagnéticas. Cuando la paloma mueve la cabeza, los canales del oído interno detectan los tres vectores del campo magnético terrestre (x, y, z). Una vez detectados, los transforma en señales eléctricas que permiten que el cerebro pueda interpretar como orientación espacial.
A diferencia de lo que sucede con otros modelos que necesitaban de luz para activarse, en este caso se trata de un proceso que funciona incluso en la oscuridad. En cualquier caso, hay que tener claro que, aunque el estudio llega a conclusiones interesantes, aún se necesitan pruebas genéticas más sólidas que permitan confirmar esta forma en la que se orientan las aves.
Para ello, los expertos sugieren que se deberá aplicar tecnología CRISPR para eliminar la secuencia genética clave en el modelo y comprobar si realmente la capacidad de detectar campos magnéticos desaparece.
De confirmarse los resultados del último estudio publicado al respecto, podríamos saber que en el oído interno de una paloma se encuentra la clave de la que es, sin lugar a dudas, una de las capacidades más extraordinarias que podemos encontrar en la naturaleza. Y es que las aves, independientemente de dónde se encuentren, son capaces de nunca perderse.






