La manera en cómo se expone la imagen y la vida de la princesa Leonor desde su ingreso a San Javier ha cambiado de forma notable. Desde que el pasado 1 de septiembre ingresara en la Academia General del Aire de San Javier, en Murcia, la presencia pública de la hija mayor de los reyes Felipe y Letizia se ha desvanecido. ¿Por qué ahora apenas vemos a la princesa Leonor? La respuesta parece estar en un cambio de estrategia deliberado por parte de la Casa Real, un giro que busca algo más importante que la exposición mediática, expone el diario Mujer Hoy.
Este nuevo rumbo quedó en evidencia hace poco, cuando el propio Ministerio de Defensa publicó una serie de fotografías. Eran imágenes de la princesa Leonor asistiendo a una conferencia en la Academia, durante la visita de la ministra Margarita Robles. La heredera, que actualmente cursa el tercer año de su formación militar, aparecía con el uniforme reglamentario: un mono de trabajo verde salvia y el moño trenzado según la normativa. Presenció una demostración de un simulador de vuelo con otros alumnos.
La discreta vida de la princesa Leonor: Un contraste marcado con etapas anteriores

La diferencia con sus etapas previas no podría ser más grande. Cuando la princesa Leonor pasó por el Ejército de Tierra en Zaragoza y por la Armada en Marín, el acceso a su vida era casi constante. Había vídeos y fotos de maniobras, de clases, de la jura de bandera y de celebraciones militares. La exposición mediática llegó a su punto más alto durante el crucero de instrucción a bordo del Juan Sebastián Elcano, un viaje que la llevó a dar la vuelta al mundo y que fue documentado casi al minuto.
Ahora, en San Javier, las cosas son radicalmente distintas. La corriente de información se ha reducido a un goteo muy controlado, es decir, lo que vemos, está estructurado y meditado. Ya no se publican actualizaciones frecuentes sobre su día a día. No vemos imágenes de sus ejercicios o de su vida en el campus. Esta nueva etapa se rige por una política de información mínima, donde cada publicación parece medirse con lupa.
¿Es una estrategia deliberada desde Zarzuela?

Según todo indica, esta estrategia de discreción responde a una decisión tomada desde lo más alto del Palacio de la Zarzuela. El objetivo es proteger al máximo la intimidad de la heredera al trono. Monarquía Confidencial explicaba que: “el objetivo de Zarzuela es que la princesa avance en su exigente formación con la normalidad y privacidad que requiere su futuro papel como Jefa del Estado”.
Es una línea de actuación bien pensada. La formación militar es compleja y requiere concentración absoluta. Permitir que la princesa Leonor experimente esa formación sin el ruido constante de los medios puede ser la mejor manera de prepararla para su futuro rol. Se trata de que viva esta fase con la mayor normalidad posible, lejos del escrutinio público que siempre la acompañará.
Un papel público que sigue creciendo, pero sin prisa

A pesar de este repliegue en su vida privada, el papel institucional de la princesa Leonor continúa su lenta pero firme evolución. Sin embargo, sigue destacando su ausencia en ciertas citas internacionales, como la coronación de Guillermo y Estefanía de Luxemburgo, donde sí estuvieron otras herederas de su generación. Tampoco termina de “volar sola” en los Premios Princesa de Asturias, aunque su padre va cediendo terreno.
En la última edición de estos premios, el rey Felipe VI fue muy claro sobre el futuro de su heredera. Dijo: “Me corresponde ir cediéndole ya este espacio”. Y añadió que tenía la “intención firme” de mantenerse “vinculado a los premios, a la Fundación y a Asturias”. Es un traspaso de responsabilidades gradual, que parece seguir un calendario preciso y sin saltos.
Fue en ese mismo acto donde la princesa Leonor dio un discurso que resonó con fuerza. Habló de los problemas actuales de la sociedad y pidió volver “a lo esencial, a los básicos”. Con varios guiños para las generaciones más jóvenes, abogó también por recuperar “la trascendencia” para que la vida no sea la mera “exhibición narcisista en las redes sociales”.
Fuera de las aulas y los actos oficiales, otra decisión reciente de la princesa Leonor y la infanta Sofía ha llamado la atención. Ambas han rechazado formalmente la parte del legado que les correspondía del empresario menorquín Juan Ignacio Balada Llabrés. En su lugar, han decidido donar íntegramente su cuota a la Fundación Hesperia, impulsada por sus padres.
Con esta movida, las hermanas renuncian también al histórico palacete Balada en Ciutadella, Menorca. La propiedad pasa ahora a manos de sus primos, los hijos de las infantas Elena y Cristina. La Casa Real confirmó que Leonor y Sofía siguen la misma línea que sus padres, destinando todo el patrimonio recibido a la fundación. La Casa Real parece haber aprendido que la sobreexposición puede ser contraproducente. Al retirarla temporalmente del foco, le permiten construir una base sólida lejos de las críticas y las expectativas.







