Netflix ha puesto sobre la mesa una cifra que cuesta hasta pronunciar: 82.700 millones de dólares. Con ese dinero, la plataforma de streaming se ha hecho con Warner Bros Discovery, incluyendo por supuesto HBO Max. Es un movimiento que no tiene precedentes por su escala, y que deja claro que la guerra del streaming ha entrado en una fase completamente nueva. Ya no se trata solo de competir por suscriptores, sino de poseer la propia historia del entretenimiento. Hollywood, hoy, respira de otra manera.
Pero esta operación no sale de la nada. Para entender su verdadero impacto, hay que mirar hacia atrás. Hollywood ha funcionado durante décadas bajo el dominio de unas pocas productoras gigantes, las llamadas “majors”. Paramount, Universal, Warner… son nombres que han definido lo que vemos en pantalla.
En los últimos años, hemos visto cómo algunas de estas joyas cambiaban de manos por la irrupción de los gigantes tecnológicos. Amazon compró Metro Goldwyn-Mayer hace cuatro años por 7.500 millones de dólares. Ya en 2019, Disney se hizo con 20th Century Fox por la astronómica suma de 71.300 millones. Sin embargo, esas cifras, de por sí descomunales, se quedan cortas si las comparamos con lo que acaba de hacer Netflix.
Pero, hay una diferencia clave, además. Disney, pese a tener su plataforma Disney+, siempre ha priorizado el cine. Netflix, en cambio, ha construido su imperio desde el streaming. Su modelo es distinto. Por eso, esta compra no es solo un cambio de propietario. Sugiere una clara transformación de cómo consumimos películas y series.
¿Qué se lleva Netflix a casa exactamente?

La respuesta es sencilla: prácticamente TODO. El acuerdo le da el control del catálogo completo de Warner Bros y, lo que es más importante, de HBO. Hablamos de un patrimonio audiovisual que es difícil de cuantificar, pero vamos a intentarlo. En el lado del cine, Netflix se hace con joyas que van desde clásicos como Casablanca hasta sagas modernas que han definido una generación, como Matrix. Netflix se lleva filmografías enteras, desde la de Stanley Kubrick con obras maestras como La naranja mecánica, hasta los complejos universos de Christopher Nolan, como Origen. Y también se queda con los éxitos recientes que han llenado salas, desde Elvis y Barbie hasta Dune.
En series, el botín es igual de impresionante. Piensa en cualquier título emblemático de HBO y ahora será de Netflix. Desde la comedia de Friends (que ya había estado antes en la plataforma) hasta el drama de culto de Los Soprano o la sátira moderna de Succession. The White Lotus, Sexo en Nueva York… la lista se vuelve abruptamente interminable.
Pero el plato fuerte, sin duda, son las franquicias. Netflix adquiere las llaves de reinos completos de fans. Hablamos de todo el universo DC Comics, con Batman y Superman a la cabeza. Se lleva Juego de Tronos y, por supuesto, el mundo mágico de Harry Potter. El futuro de todos los proyectos en desarrollo de estas sagas queda ahora bajo el control de Netflix, ¿qué viene ahora?
Otra gran pregunta: ¿qué pasa con los cines?

Netflix y las salas de cine no han tenido precisamente una relación idílica. El CEO de Netflix, Ted Sarandos, ha intentado enviar un mensaje para calmar a los fans y hasta a la propia industria. Asegura que “el ciclo de vida [de Warner Bros.] comienza en el cine” y que, como tal, lo seguirán apoyando. Pero en la misma frase deja su filosofía, oponiéndose a “las largas ventanas de exclusividad que no son consumer friendly”.
En la práctica, Netflix solo suele estrenar sus grandes producciones en cines durante un par de semanas antes de subirlas a la plataforma. Este modelo chocó en 2023 con las principales cadenas de cine en España, como Cinesa y Yelmo Cines, que dejaron de estrenar sus películas, como La sociedad de la nieve, por falta de acuerdo. Esto crea un problema para el espectador: ¿dónde veríamos en pantalla grande estrenos muy esperados? Sin embargo, hay un matiz importante. Warner ya tiene acuerdos firmados con cines y distribuidoras para sus lanzamientos hasta 2029. En teoría, esto significa que no deberíamos ver cambios radicales hasta entonces, a menos que Netflix decida renegociar esos contratos.
Otra incógnita inmediata es el destino de HBO Max. La plataforma pasará a formar parte de Netflix, pero todavía no está claro cómo. Podría ser una fusión de catálogos, como hizo Disney+ con Hulu. O podría convertirse en una suscripción extra, un servicio premium dentro de Netflix, al estilo de lo que hace Prime Video con MGM+.
El acuerdo no está cerrado del todo

Se espera que el proceso complete todos los trámites en el próximo año y medio, y ahí puede estar el principal escollo. La compra tiene que superar el exhaustivo examen de los reguladores antimonopolio, y no será fácil. La queja de Paramount, que asegura que el proceso de venta no fue justo, podría ser solo el comienzo de una larga fila de conflictos. La revista Variety ha publicado que un grupo anónimo de productores de primer nivel ha enviado una carta al Congreso de Estados Unidos. En ella expresarían su preocupación y piden que se bloquee el acuerdo, alegando que el negocio de Netflix “no tiene nada que ver con los cines” y que, aun así, obtendría una influencia enorme sobre ellos.
El Sindicato de Directores de Estados Unidos, presidido por Christopher Nolan, también ha mostrado su inquietud y pretende reunirse con Netflix. En redes sociales, no parecen ser muy optimistas. “Es un día muy triste para toda la industria”, resumen muchos comentarios.
Expertos legales ya han señalado que el caso es complejo. Herbert Hovenkamp, profesor de derecho antimonopolio en la Universidad de Pensilvania, ha dicho que la fusión “parece impugnable”. La clave es que la cuota de mercado combinada de Netflix y HBO Max superaría el umbral del 30% que suelen mirar los reguladores. “Este es un mercado bastante concentrado, lo que genera preocupación por el posible aumento de precios”, añade Hovenkamp. Netflix tendrá que argumentar muy bien sus razones. Doha Mekki, ex subprocuradora general interina de la división antimonopolio del Departamento de Justicia, explica que: “Si los reguladores creen que Netflix busca el crecimiento y el dominio del mercado, quizás no lo aprueben”.
Al final, este acuerdo es el síntoma más evidente de una industria que no deja de transformarse. El streaming irrumpió con fuerza en nuestra sociedad moderna, especialmente durante la pandemia, y desde entonces ha seguido creciendo. Pero los constantes aumentos de precio y la inclusión de anuncios están cansando a muchos usuarios. Por otro lado, el cine en sala, aunque no vive su época de mayor taquilla, demuestra que sigue siendo irreemplazable. Ahora, la compra de Warner Bros por Netflix es el movimiento más audaz en este tablero de ajedrez. No marca el final del cine, pero sí redefine las reglas.







