¿Te ha pasado alguna vez eso de preparar algo durante meses… y que a última hora cambien la fecha? Pues eso mismo les ha ocurrido a miles de empresas, autónomos y despachos con Verifactu. El sistema de facturación que iba a revolucionarlo todo en 2026… ahora tendrá que esperar hasta 2027. El Gobierno lo anunció casi en el descuento.
Y claro, el alivio ha llegado, sí, pero también un regusto raro. Porque cuando llevas meses adaptando software, formando equipos y ajustando presupuestos, un giro así te deja pensando: ¿y ahora qué? ¿Lo freno? ¿Sigo? ¿Me espero al siguiente cambio? En un país donde la normativa fiscal ya es un sudoku, esto es como añadirle una fila más.
Las reacciones no han tardado en llegar. Asociaciones como CEAJE, FEFE, AJE Madrid… todos coinciden en algo, el respiro está bien, pero la volatilidad no. Y ese es el verdadero debate, no tanto el “cuándo”, sino el “cómo” se toman estas decisiones que afectan a la vida real de quienes levantan el país cada día.
Verifactu: Un respiro… que llega con sabor a déjà vu

La Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (CEAJE) fue de las primeras en aplaudir el retraso. Su presidente, Fermín Albaladejo, lo llamó “un respiro muy necesario”, especialmente para pequeñas empresas y jóvenes emprendedores con márgenes tan ajustados que cualquier cambio normativo se nota como un terremoto en las cuentas. En su entorno reconocen que muchos iban a contrarreloj y que este nuevo calendario les permite, por fin, planificar sin ese nudo en el estómago.
Pero, a la vez, lanzan un mensaje claro, cambiar fechas a pocas semanas de la implantación genera inseguridad jurídica y rompe la planificación. “Las empresas han cumplido escrupulosamente con los plazos anunciados”, recuerdan, después de invertir en software, formación y sistemas que ahora se quedan a medio camino. Y no solo ellos: también los proveedores tecnológicos, que dimensionaron equipos para una demanda que ahora se paraliza de golpe.
Farmacias: alivio sí, pero exigencia de estabilidad también

La Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE) también recibió la noticia como un balón de oxígeno. Su presidenta, Ana Oliver, lo dijo sin rodeos: “Las farmacias ya asumimos una carga burocrática enorme”. Para un sector que vive entre recetas electrónicas, inspecciones y un ritmo asistencial continuo, otro cambio digital mal planificado podía ser un problema más que una solución.
Aun así, FEFE insiste en que el retraso no puede convertirse en una excusa para improvisar otra vez. Piden calendario estable, criterios técnicos claros, más coordinación con proveedores de software y simplificación real. No quieren que esta prórroga quede en mero paréntesis para volver a correr el mismo sprint dentro de un año. Y tienen un punto, pocas cosas desgastan más que prepararlo todo para que luego vuelvan a mover la línea de meta.
AJE Madrid: alivio en las pymes, cabreo con los bandazos regulatorios

Desde AJE Madrid, la reacción fue parecida, satisfacción por el aplazamiento… y crítica por el modo en que se ha gestionado. Su presidenta, Sandra Cerrada, lo expresó con claridad, los pequeños empresarios “no tenían tiempo material para adaptarse”, y los plazos anteriores podían “ahogar” a muchos. El retraso era imprescindible para evitar más estrés y más incertidumbre entre quienes sostienen la actividad económica día a día.
Pero Cerrada también fue dura con el Gobierno. Denuncia una “inestabilidad regulatoria cada vez más latente”, con obligaciones digitales que exigen inversiones en equipos, formación y software… y que después se mueven sin un criterio claro. Incluso duda de la eficacia real del sistema para luchar contra el fraude, “No pueden verse las facturas no emitidas”. Y, mientras tanto, gestorías, asesorías y proveedores tecnológicos siguen preguntándose qué hacer con todo lo que ya tenían en marcha.
Al final, lo que deja el retraso de Verifactu es un doble mensaje, sí, hacía falta más tiempo; no, no hacía falta llegar a este punto de improvisación. Las empresas no temen digitalizarse, temen que las reglas se escriban sobre la marcha. Y en un país donde autónomos y pymes sostienen buena parte del tejido productivo, eso importa, y mucho.







