Cada vez más pacientes conviven con la nariz taponada, ronquidos, pérdida de olfato o dificultades para dormir sin saber que podrían tener una hipertrofia de cornetes nasales, un problema cada vez más frecuente por el aumento de las rinitis y las alergias.
Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), una tercera parte de la población presenta algún grado de obstrucción nasal y hasta una cuarta parte podría necesitar intervención quirúrgica.
La doctora Irene López, del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Valencia, explica que la cirugía de cornetes es un procedimiento seguro, mínimamente invasivo y muy eficaz cuando está correctamente indicado.

Por qué pueden aumentar los cornetes nasales
“Los cornetes son estructuras internas de la nariz que humidifican, calientan y filtran el aire, y desempeñan un papel clave en la defensa respiratoria”, señala la doctora López.
Cuando aumenta su tamaño —hipertrofia de cornetes— suele deberse a rinitis persistentes que no responden al tratamiento médico habitual.
Síntomas que pueden indicar un problema
Entre las manifestaciones más frecuentes se encuentran:
- Dificultad respiratoria nasal.
- Descenso del olfato.
- Cefaleas.
- Congestión crónica, con o sin rinorrea.
- Ronquido o empeoramiento de apnea del sueño.
- Sensación de nariz taponada aunque no haya moco.
Cuándo está indicada la cirugía
La intervención se valora cuando el tratamiento médico no es efectivo o la obstrucción afecta al descanso y a la calidad de vida.
“Además, la cirugía ayuda a evitar el uso continuado de vasoconstrictores nasales, un hábito frecuente que puede producir dependencia, atrofia de la mucosa, costras e incluso perforaciones septales, un problema con el que los especialistas nos encontramos a diario”, advierte la doctora López.
La mayoría de pacientes experimenta una mejoría clara tras la intervención.
En qué consiste la intervención
“La cirugía se basa principalmente en una turbinoplastia, que remodela el cornete para reducir su espesor. Generalmente utilizamos radiofrecuencia por su precisión y recuperación cómoda. Cuando es necesario, puede combinarse con turbinectomías parciales o con la reducción del hueso del cornete para optimizar el flujo aéreo, manteniendo siempre su función natural.”
Respecto a la anestesia, añade:
“Aunque puede realizarse con anestesia local, la anestesia general ambulatoria ofrece mayor confort al paciente y permite trabajar con mayor estabilidad y precisión. La local queda reservada para pacientes con riesgo anestésico o que prefieren evitar la general. En ambos casos, es una cirugía ambulatoria.”
La especialista recuerda que hoy se evitan las antiguas turbinectomías completas, que pueden provocar síndrome de nariz vacía, una alteración grave del flujo respiratorio.
Técnicas mínimamente invasivas y recuperación
“La cirugía se realiza mediante abordajes endoscópicos mínimamente invasivos, sin cicatrices externas y con un postoperatorio muy llevadero. Además, pueden combinarse de forma segura con otras intervenciones nasales, como septoplastias, cirugías de sinusitis o pólipos, e incluso adenoidectomías endoscópicas.”
En la mayoría de casos, la recuperación es rápida y en 3–4 semanas el paciente respira con normalidad y nota una mejora clara en su descanso y bienestar. La respiración nasal influye directamente en el bienestar y la comodidad diaria; por ello, tratar la obstrucción nasal no solo mejora un síntoma, sino que permite al paciente recuperar su equilibrio y volver a sentirse bien en su vida cotidiana. El propósito de estas intervenciones es precisamente ese: ayudar a cada persona a respirar con naturalidad y vivir con mayor tranquilidad y calidad de vida.







