A finales del pasado mes de septiembre, el gigante de los videojuegos Electronic Arts confirmó su venta a Arabia Saudí. En concreto, el comprador es el fondo soberano de Arabia Saudí (PIF), junto con la participación fondo de capital riesgo Silver Lake y la compañía Affinity Partners, el vehículo de inversiones de Jared Kushner, yerno de Donald Trump.
Hablamos de la segunda compra más grande de la industria tras la de Activision-Blizzard-King a Microsoft —casi 70.000 millones de dólares—, con una operación que se cerró en torno a los 55.000 millones de dólares y donde el conglomerado adquiere el 100 % de las acciones de la multinacional responsable de sagas tan importantes y populares como EA FC, Battlefield o Los Sims.
Lo cierto es que la transacción levantó sospechas y preocupaciones desde el primer momento. Sospechas porque el fondo soberano saudí (que posee ya proyectos tan importantes como Scopely o éxitos masivos de la talla de Monopoly GO! o Pokémon GO) ni siquiera negoció en los términos habituales en este tipo de acuerdos, sobrepagando por una compañía que, pese a ser una de las de cabecera del mundo de los videojuegos, en los últimos años ha perdido fuerza y valor.
Y preocupaciones por todo lo que puede ocurrir a partir de ahora. No solo es que Arabia Saudí controle miles de datos de jugadores de EA y crezca su influencia, sino que este tipo de adquisiciones suele venir acompañada de malas noticias para los trabajadores. De hecho, los compradores ya destacaron una gran apuesta por la inteligencia artificial que pretenden llevar a cabo, lo que provocará consecuencias muy negativas para un buen puñado de empleados de Electronic Arts.

Los propios trabajadores ya se han organizado para responder, de hecho. Lo hacen a través de un comunicado del sindicato Communication Workers of America (CWA) en el que se oponen a la venta de Electronic Arts, señalando los distintos aspectos negativos que trae la futura privatización.
Afirman que concentrará aún más el poder y la riqueza en manos de unos pocos, "sin hacer nada para abordar las preocupaciones de jugadores y trabajadores". "EA no es una empresa en apuros. Con ingresos anuales que alcanzan los 7.500 millones de dólares y 1.000 millones de dólares en ganancias anuales, EA es una de las mayores desarrolladoras y editoras de videojuegos del mundo", señalan.
"El éxito de EA se debe en su totalidad a las decenas de miles de trabajadores de EA, cuya creatividad, habilidad e innovación hicieron que valiera la pena comprarla. Sin embargo, nosotros, los mismos que nos veremos perjudicados como resultado de este acuerdo, no estuvimos representados en absoluto durante la negociación o discusión de esta compra", prosiguen.
¿Quiénes se salvarán, qué recortes harán los ejecutivos y qué estudios se sacrificarán para que esto suceda?
Comunicado de un grupo de trabajadores de Electronic Arts
"Nos preocupa especialmente el futuro de nuestros estudios, que arbitrariamente se consideran menos rentables, pero cuyas contribuciones a la industria de los videojuegos definen la reputación de EA. Desde 2022, se estima que 40.000 trabajadores de videojuegos ya han perdido sus empleos debido a despidos masivos tanto en estudios AAA como independientes. Como informó Game Developer, este acuerdo obligará a EA a financiar una deuda de casi 20.000 millones de dólares. ¿Quiénes se salvarán, qué recortes harán los ejecutivos y qué estudios se sacrificarán para que esto suceda?".

"Si se pierden empleos o se cierran estudios debido a este acuerdo, sería una decisión, no una necesidad, tomada para engrosar los bolsillos de los inversores, no para fortalecer la empresa", protestan.
Políticos de Estados Unidos alerta de riesgo de seguridad nacional
En otro contexto, también ha habido una importante respuesta por parte de políticos de Estados Unidos. En concreto, dos senadores demócratas han enviado una carta en la que muestran su preocupación por la privatización de la empresa y su cambio de manos hacia el fondo soberano de Arabia Saudí.
En el documento, señalado por Insider Gaming, Elizabeth Warren y Richard Blumenthal se dirigen al Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, instándolo a ejercer un minucioso escrutinio sobre esta "propuesta sin precedentes de privatización extranjera" de una importante empresa estadounidense de tecnología y entretenimiento.

"La transacción propuesta plantea una serie de riesgos significativos para la influencia extranjera y la seguridad nacional, empezando por la reputación del PIF como brazo estratégico del gobierno saudí.
El deseo de Arabia Saudita de comprar influencia mediante la adquisición de EA es evidente en la propia transacción: los inversores proponen pagar más de 10 000 millones de dólares por encima del valor de mercado de EA por una empresa cuyas acciones se han estancado durante media década en un sector con una volatilidad impredecible."
Solicitan que se presenten las conclusiones de esta investigación el día 4 de noviembre de 2025 para por fin poder concluir si supone una amenaza para la transparencia en las operaciones de la compañía y para la información personal de millones de usuarios que Electronic Arts ha recopilado durante todos sus años de su existencia en la industria de los videojuegos.







