Netflix lo ha vuelto a hacer y esta vez la apuesta por los dibujos animados ha salido bien. ¿Alguna vez pensaste que una película infantil podría lanzar dardos políticos disfrazados de chistes con gusanos? Pues Netflix acaba de hacerlo. Los Cretinos, la nueva comedia animada inspirada en el clásico de Roald Dahl, llega con una mezcla inesperada: humor grotesco, crítica social y una historia que, sin darte cuenta, te hace pensar en cómo funciona el poder (y el odio).
Dirigida por Phil Johnston (Ralphel demoledor, Zootopia), esta cinta convierte una simple historia de dos villanos desagradables en una fábula sobre la empatía, los prejuicios y los tiempos que corren. ¿Suena exagerado? Puede ser. Pero lo cierto es que Los Cretinos ya está dando de qué hablar, algunos la llaman “la película más rara del año” y otros, una “obra maestra política para niños”.
Dos villanos, una ciudad y un caos que huele mal (literalmente)

El señor y la señora Twit (o Los Cretinos, como los llama todo el mundo) son posiblemente las personas más asquerosas del planeta. Propietarios de un parque de atracciones mugriento y peligroso, deciden apoderarse de la ciudad de Triperot con promesas falsas y discursos que suenan sospechosamente familiares.
Ahí entran Beesha y Bubsy, dos huérfanos valientes que, junto a una familia de animales mágicos, intentarán detenerlos. La historia suena simple, pero el caos visual y la energía frenética de la película la convierten en un espectáculo colorido, lleno de humor y chistes tan absurdos que encantan a los más pequeños.
La película está basada libremente en la novela The Twits (1980) de Roald Dahl, pero el director quiso adaptarla a los tiempos modernos. De hecho, algunas escenas son una clara crítica a la manipulación política y al populismo… con una buena dosis de asco incluido.
Una animación tan grotesca como divertida

Visualmente, Los Cretinos no busca ser una joya de Pixar, sino todo lo contrario. Con un estilo que recuerda al stop motion y una paleta de colores tan chillona como un algodón de azúcar radioactivo, el resultado es una experiencia visual rara, pero adictiva.
Los personajes parecen sacados de una pesadilla divertida, ojos desiguales, dientes torcidos y expresiones imposibles. Todo encaja con el tono de humor sucio y exagerado que define la película. Y aunque algunos críticos dicen que la animación “se queda corta”, otros la defienden por su valentía estética, es fea… a propósito.
Así que si te gustan películas como Los mundos de Coraline o El cadáver de la novia, dale una oportunidad. No es tan oscura, pero tiene esa mezcla de ternura y rareza que engancha.
Un mensaje inesperado: del odio a la empatía

Más allá de las risas, Los Cretinos tiene un fondo que pocos esperaban y que ha sorprendido a más de uno. Johnston y su coescritora Meg Favreau transforman la historia en una metáfora moderna sobre el odio, la manipulación y el poder, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. De hecho, muchos críticos han señalado sus guiños al “trumpismo” y a la forma en que ciertos discursos logran dividir comunidades.
El mensaje es claro, los verdaderos “cretinos” no siempre se ven como caricaturas. Y, aunque los niños pueden disfrutar la aventura sin pensar en política, los adultos reconocerán la sátira al instante. Consejo para padres, es una gran oportunidad para hablar con tus hijos sobre empatía, manipulación y lo importante que es no dejarse llevar por el miedo o la apariencia.
Conclusión: una rareza que merece ser vista

Los Cretinos no es una película infantil cualquiera. Es ruidosa, grotesca, algo irregular… pero diferente. Tiene humor, ritmo y una intención más profunda de lo que parece a simple vista. No gustará a todos, y ahí está su encanto, no intenta ser perfecta, sino provocar una reacción.
Como dice Beesha, la pequeña heroína: “Odiar es fácil.”
Y justo por eso, Los Cretinos se atreve a hacer algo difícil, enseñarnos a reírnos del odio mientras aprendemos a no repetirlo.
Disponible en Netflix desde el 17 de octubre.
Prepárate para una película que huele mal, suena raro… pero deja un mensaje que vale la pena compartir.







