Esta temporada estival en la Zarzuela está siendo, de todo, menos plácida. Lejos de unas vacaciones tranquilas, varios acontecimientos han marcado los días de descanso de la Familia Real. Más allá de las filtraciones sobre su estancia en Grecia, el accidente del amigo de los monarcas, el cantante Jaume Anglada, o la interrupción del viaje de Felipe VI para regresar a España ante los incendios forestales que azotan el país, hay un miembro de la Familia Real que está atravesando momentos de tensión y preocupación.
Mientras los reyes y sus hijas pasaban unos días en Palma, el ambiente dentro de la Zarzuela se veía enturbiado por el visible deterioro anímico y físico de una figura central de la Casa Real. La emérita, a punto de cumplir 87 años, está enfrentando un verano especialmente duro, tras su vuelta de Mallorca. Según Pilar Eyre, en su artículo en Lecturas, la reina Sofía «llora día y noche» y empieza a dar señales claras de desgaste.
2El papel de Felipe y la confesión que la conmueve

En medio del cuadro emocional que enfrenta la emérita, está una figura de peso que la sostiene y que, en su regreso a Madrid, también acudió a su llamado. Según fuentes cercanas abordadas por diversos medios en el país, este miembro de la Familia Real sería Felipe VI. La reina emérita Sofía, nunca ha ocultado que su hijo es su debilidad, y en medio del declive emocional actual, aparentemente no ha dejado de preguntar por el rey. Según Eyre, «el monarca ha acudido a su llamada totalmente roto, porque su madre es la persona que más quiere en el mundo».
Comentamos hace unos días que Felipe VI no solo interrumpió sus vacaciones en Grecia para mostrar apoyo en las zonas afectadas por los incendios forestales en España, sino también para estar al lado de Sofía. Pilar Eyre expone que la llegada del rey significa consuelo en medio de la angustia de la emérita. «Me imagino la cara de felicidad de Sofía cuando ha visto aparecer a su hijo por la puerta, no sabría si era realidad o imaginación, tan confusa se siente», relata Eyre.
No obstante, más allá de lo emocional, el desgaste físico también comenzaría a notarse. Sofía muestra un deterioro visible que ha sido comentado tras sus breves apariciones en Palma. Según Eyre, la reina se muestra «más delgada, ojerosa, su andar, antes ligero y juvenil, ahora es titubeante y torpe. Su eterna sonrisa se transforma a veces en una mueca de padecimiento, sus ojos se muestran apagados».
Según Lecturas, durante la recepción en Marivent, una mujer que la trata cada verano indicó que: «Le costaba hablar, me dio mucha pena. Parecía realmente que no estuviera allí». La propia Sofía, en una confesión en el pasado que se hizo expresa en medios nacionales, explicó cómo logra afrontar actos públicos en situaciones de debilidad: «Mi alma se va, sube hasta el cielo y desde allí mira mi envoltura humana… Esta disociación me permite seguir adelante».