El ayuno intermitente no es solo una moda pasajera, es una forma de replantear nuestra relación con la comida. Cada vez más personas descubren que no comer a ciertas horas les sienta mejor que cualquier dieta estricta. En un mundo en el que desayunar, comer y cenar parece inamovible, surge la idea de que saltarse una comida de vez en cuando puede ser justo lo que tu cuerpo necesitaba. La curiosidad por este hábito crece y, con ella, las historias de quienes aseguran sentirse más ligeros, más activos y, sorprendentemente, menos obsesionados con la nevera.
No hablamos de pasar hambre ni de sufrimiento, sino de aprender a escuchar los ritmos naturales del cuerpo. El truco está en alternar periodos de ingesta con otros de descanso digestivo para dar un respiro al organismo. Hay quien lo llama ayuno controlado, otros prefieren hablar de ventana de alimentación, pero todos coinciden en algo: esta práctica está revolucionando la forma de comer en todo el mundo. Y lo mejor es que no requiere contar calorías ni preparar menús imposibles.
4MENTE CLARA Y ENERGÍA ESTABLE

No es raro escuchar a quienes practican ayuno intermitente hablar de una mayor concentración. Mantener estables los niveles de glucosa ayuda a evitar los altibajos de energía que provocan las comidas copiosas. Esto se traduce en mañanas más productivas, tardes menos pesadas y una sensación general de estar más despierto.
Algunos incluso afirman que rinden mejor en el deporte, ya que el cuerpo aprende a usar las reservas de grasa como combustible. El organismo optimiza su funcionamiento cuando no depende de un flujo constante de calorías. Este cambio en el metabolismo no solo afecta al físico, también influye en el estado de ánimo y en la forma de afrontar el día.