El ayuno intermitente no es solo una moda pasajera, es una forma de replantear nuestra relación con la comida. Cada vez más personas descubren que no comer a ciertas horas les sienta mejor que cualquier dieta estricta. En un mundo en el que desayunar, comer y cenar parece inamovible, surge la idea de que saltarse una comida de vez en cuando puede ser justo lo que tu cuerpo necesitaba. La curiosidad por este hábito crece y, con ella, las historias de quienes aseguran sentirse más ligeros, más activos y, sorprendentemente, menos obsesionados con la nevera.
No hablamos de pasar hambre ni de sufrimiento, sino de aprender a escuchar los ritmos naturales del cuerpo. El truco está en alternar periodos de ingesta con otros de descanso digestivo para dar un respiro al organismo. Hay quien lo llama ayuno controlado, otros prefieren hablar de ventana de alimentación, pero todos coinciden en algo: esta práctica está revolucionando la forma de comer en todo el mundo. Y lo mejor es que no requiere contar calorías ni preparar menús imposibles.
2UNA PUESTA A PUNTO PARA TU CUERPO

Entre las ventajas más comentadas del ayuno intermitente está su impacto en la salud metabólica. Dar pausas al organismo favorece que use mejor la energía y reduzca la acumulación innecesaria de grasa. Estudios apuntan a que puede mejorar la sensibilidad a la insulina, lo que significa un manejo más eficiente del azúcar en sangre y, en consecuencia, un menor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.
Además, este hábito parece favorecer procesos como la autofagia, un mecanismo de limpieza celular que ayuda a mantener tejidos y órganos en buen estado. El cuerpo, al no estar ocupado procesando alimentos, dedica recursos a repararse y regenerarse. Es como si, de vez en cuando, enviásemos al organismo a un taller de mantenimiento interno, algo que, con el tiempo, se nota en cómo nos sentimos y en nuestra vitalidad.