Especial 20 Aniversario

La alita de pollo más crujiente que has probado nunca… y todo gracias a este truco en la freidora de aire

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La alita de pollo más crujiente que has probado nunca está al alcance de tu mano, y no, no hablamos de la fritura tradicional que inunda la cocina de olor y requiere un arsenal de papel absorbente; la revolución llega desde un aparato que muchos ya tienen en casa: la freidora de aire. Existe una búsqueda casi quimérica por esa textura dorada, esa piel que cruje al primer mordisco y cede a una carne jugosa, un contraste que eleva este humilde bocado a la categoría de manjar, una quimera que parecía reservada solo para los fogones profesionales hasta ahora. Es un desafío común para quienes intentan replicar ese resultado en el hogar, a menudo obteniendo un resultado bueno, sí, pero lejos de la perfección soñada, una piel que se queda a medio camino entre lo blando y lo ligeramente firme, decepcionante.

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Este anhelo por la excelencia crujiente ha llevado a experimentar con todo tipo de métodos y trucos caseros, desde marinados exóticos hasta temperaturas extremas, buscando esa chispa que transforme una simple alita de pollo en una experiencia gastronómica memorable, esa que te hace cerrar los ojos y saborear cada crujido. Sin embargo, a menudo se pasa por alto que el secreto no reside tanto en la complejidad de la receta o los aderezos, sino en la técnica, en entender cómo interactúan el calor del aire, la humedad propia del alimento y ciertos elementos externos que pueden potenciar esa ansiada capa exterior, un detalle sutil que marca la diferencia abismal entre lo corriente y lo extraordinario. Este truco que desvelamos se centra precisamente en esos puntos clave, empleando ingredientes sencillos y un paso de preparación que, aunque parezca insignificante, es fundamental para lograr esa costra dorada y esa textura inigualable.

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DEL BOL A LA CESTA: CÓMO APLICAR EL TRUCO PASO A PASO

Fuente: Freepik

La aplicación práctica de este truco para conseguir la alita de pollo perfecta en la freidora de aire es sorprendentemente sencilla, integrándose sin esfuerzo en la preparación habitual de estas piezas, requiriendo solo unos minutos adicionales pero marcando una diferencia monumental en el resultado final. El proceso comienza con la preparación inicial de las alas: es fundamental secarlas lo máximo posible con papel de cocina, eliminando toda la humedad superficial que podamos, un paso básico pero imprescindible para que cualquier recubrimiento, incluida la mezcla de maicena, se adhiera correctamente y funcione a pleno rendimiento. Una vez secas, se pasan a un bol grande donde se condimentan al gusto con especias (pimentón, ajo en polvo, cebolla en polvo, sal, pimienta, etc.) y, crucialmente, se espolvorea la maicena, asegurando que cada pieza quede bien cubierta por una fina capa de esta mezcla mágica antes de seguir con el siguiente paso.

Tras haber cubierto generosamente cada alita de pollo con la mezcla de especias y maicena, llega el momento del descanso obligatorio: se colocan las alas en una rejilla o plato sin amontonar y se refrigeran por el tiempo recomendado, permitiendo que esa capa superficial se seque y se fije. Una vez pasado el tiempo de reposo y con las alas listas, se precalienta la freidora de aire a la temperatura adecuada (generalmente entre 180-200°C) y se colocan las alas en la cesta en una sola capa, evitando que se toquen para asegurar una circulación de aire uniforme, cocinándolas por el tiempo necesario, volteándolas a mitad de cocción para que se doren por ambos lados y alcancen esa perfección crujiente deseada. Es en este momento, con el calor envolvente, cuando la maicena activada por el descanso previo despliega todo su potencial, transformando la piel en la costra dorada y crujiente que nos promete el truco.

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