En los últimos años, la alimentación ha dejado de ser una cuestión meramente biológica para convertirse en un componente central del bienestar. Hoy, lo que elegimos poner en el plato no solo determina cómo nos vemos por fuera, sino también cómo nos sentimos por dentro. En este contexto, los expertos en nutrición ponen el foco en un alimento que, a pesar de sus virtudes, ha sido históricamente subestimado: el pavo.
La nutricionista Julia Farré ha puesto en el centro del debate a esta carne magra y versátil, asegurando que contiene el doble de proteínas que el huevo, el alimento que hasta ahora encabezaba los rankings en cuanto a calidad proteica. Pero, ¿es realmente el pavo el alimento que necesitamos incorporar más a menudo en nuestra dieta? La respuesta parece ser un rotundo sí.
4El pavo también alimenta la mente: beneficios emocionales y cognitivos

El concepto de «alimentación emocional» ha cobrado fuerza en los últimos años. Ya no se trata solo de cubrir necesidades físicas, sino también de entender cómo lo que comemos impacta en nuestro estado mental. Y aquí, el pavo vuelve a tener un papel fundamental.
Gracias a su alto contenido en triptófano y vitamina B6, el pavo contribuye a la producción de serotonina, el neurotransmisor conocido como “la hormona de la felicidad”. Esta relación no es menor: niveles adecuados de serotonina en el organismo están relacionados con una mejor estabilidad emocional, menor ansiedad y una mayor sensación de bienestar.
Además, su aporte de vitamina B12 y hierro favorece la oxigenación cerebral y la prevención de estados de fatiga mental o dificultad para concentrarse. En etapas de alta demanda intelectual o emocional —como estudios, trabajo intenso o situaciones de estrés crónico—, un alimento tan completo como el pavo puede marcar la diferencia.