Especial 20 Aniversario

El helado en España: Una encrucijada entre el placer y la contradicción de comerlo todos los días

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Cuando llega el calor, hay un sonido que anuncia el verano en casi cualquier rincón de España: el inconfundible campanilleo del carrito de helados. Pero este dulce no es solo una tentación estacional. Según la Asociación Española de Fabricantes de Helados, cada español consume de media unos siete litros al año, con picos evidentes entre junio y agosto.

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El helado se ha colado en nuestra dieta con una naturalidad asombrosa. Desde el clásico cucurucho de vainilla hasta las versiones artesanas de autor, nadie se resiste a su encanto. Sin embargo, ante tanta devoción, surge una duda que ya se ha instalado como un clásico del verano: ¿es posible disfrutarlo sin poner en riesgo nuestra salud?

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¿Hay un helado saludable? La ciencia dice: depende

¿Hay un helado saludable? La ciencia dice: depende
Fuente: Agencias

En 2018, una tesis doctoral sobre productos lácteos reveló un dato intrigante: personas con diabetes tipo 2 que lo consumían dos veces por semana mostraban un 12 % menos de riesgo cardiovascular. El hallazgo sorprendió a muchos, pero también desató un debate profundo.

Duane Mellor, nutricionista e investigador de la Aston University (Reino Unido), lo explica con claridad: “Esa reducción del riesgo no implica causalidad. Probablemente, esos pacientes tenían una dieta general más cuidada, hacían ejercicio y mantenían una vida activa”. Es decir, el helado no era el protector, sino una variable dentro de un estilo de vida más saludable.

Por eso, hablar de un producto saludable sin mirar el conjunto de la alimentación es, como mínimo, arriesgado. Si el resto de tu dieta está repleta de frutas, verduras, proteínas magras y fibra, un helado ocasional puede no tener impacto negativo. Ahora bien, si forma parte de una cadena de excesos, se convierte en una pieza más del problema.

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