En el mundo de la cocina, todos los cortes de pollo tienen su lugar, pero hay uno que se ha ganado el reconocimiento silencioso de nutricionistas, médicos y cocineros por igual: la humilde pechuga. No solo destaca por su sabor suave y versatilidad en la cocina, sino por ser un alimento estrella en términos nutricionales, especialmente si lo que se busca es salud, energía y ligereza.
Desde su bajo contenido en grasa saturada hasta su impresionante aporte de proteínas, la pechuga de pollo ha demostrado ser un alimento valioso para quienes desean cuidar su sistema cardiovascular, fortalecer sus defensas o simplemente sentirse bien. En este artículo te explicaremos por qué este corte sencillo encierra tanto potencial y cómo puedes sacarle el máximo partido en tu mesa.
4Una opción más saludable si es orgánica

A la hora de comprar, el origen del alimento importa. En el caso del pollo, optar por versiones orgánicas puede representar una ventaja tanto para la salud como para el bienestar animal. La certificación orgánica exige que las aves tengan acceso al aire libre, espacio para moverse y que su alimentación esté libre de pesticidas y productos sintéticos.
Dave Bridges apunta que hay evidencia de que este tipo de pollo contiene ligeramente más grasas beneficiosas y menos grasas saturadas. Aunque la diferencia pueda parecer sutil, sumada a otras elecciones conscientes puede marcar una diferencia en el largo plazo.
Además, al elegir productos orgánicos se apoya una cadena de producción más ética y sostenible. Y cuando el alimento cumple con su función nutricional sin perjudicar al medio ambiente, se convierte en una elección completa.