En el mundo de la cocina, todos los cortes de pollo tienen su lugar, pero hay uno que se ha ganado el reconocimiento silencioso de nutricionistas, médicos y cocineros por igual: la humilde pechuga. No solo destaca por su sabor suave y versatilidad en la cocina, sino por ser un alimento estrella en términos nutricionales, especialmente si lo que se busca es salud, energía y ligereza.
Desde su bajo contenido en grasa saturada hasta su impresionante aporte de proteínas, la pechuga de pollo ha demostrado ser un alimento valioso para quienes desean cuidar su sistema cardiovascular, fortalecer sus defensas o simplemente sentirse bien. En este artículo te explicaremos por qué este corte sencillo encierra tanto potencial y cómo puedes sacarle el máximo partido en tu mesa.
3Vitaminas B: una fuente energética para cuerpo y mente

Más allá de las proteínas, la pechuga de pollo es un alimento especialmente rico en vitaminas del grupo B, fundamentales para el funcionamiento del sistema nervioso, el metabolismo energético y la salud cerebral. Una sola porción cubre más del 50 % de la dosis diaria de vitamina B3 (niacina) y supera el 70 % de la vitamina B6 recomendada.
Estas vitaminas no solo ayudan a transformar los alimentos en energía, sino que también participan en la producción de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la melatonina. Es decir, sustancias químicas que afectan nuestro estado de ánimo, la memoria y el sueño. En tiempos donde el estrés, el insomnio y la ansiedad son parte de la conversación cotidiana, cuidar este aspecto a través de la alimentación no parece un lujo, sino una necesidad.