En el mundo de la cocina, todos los cortes de pollo tienen su lugar, pero hay uno que se ha ganado el reconocimiento silencioso de nutricionistas, médicos y cocineros por igual: la humilde pechuga. No solo destaca por su sabor suave y versatilidad en la cocina, sino por ser un alimento estrella en términos nutricionales, especialmente si lo que se busca es salud, energía y ligereza.
Desde su bajo contenido en grasa saturada hasta su impresionante aporte de proteínas, la pechuga de pollo ha demostrado ser un alimento valioso para quienes desean cuidar su sistema cardiovascular, fortalecer sus defensas o simplemente sentirse bien. En este artículo te explicaremos por qué este corte sencillo encierra tanto potencial y cómo puedes sacarle el máximo partido en tu mesa.
2Aliada del corazón: un alimento bajo en grasas y rico en beneficios

En un mundo donde las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de mortalidad, cada elección en el plato cuenta. Y la pechuga de pollo, al contener apenas un gramo de grasas saturadas por porción, se posiciona como un alimento clave para quienes buscan cuidar su corazón.
Especialistas subrayan que este corte contiene grasas saludables como el ácido oleico y linoleico, que, en cantidades moderadas, pueden beneficiar la salud cardíaca. Claro está: ningún alimento, por sí solo, es mágico. Pero sustituir carnes procesadas o rojas por pollo puede ser una estrategia inteligente en la prevención de afecciones cardíacas.
Además, la forma en que se cocina este alimento también importa. Técnicas como asar al horno, grillar o freír al aire permiten conservar sus beneficios sin añadir grasas innecesarias. En cambio, freír o empanar anulan, en gran parte, sus bondades nutricionales. La clave está en cómo se prepara.