Cuando llegan los días más largos y el calor se instala, no solo cambian nuestras rutinas, también lo hace nuestra manera de comer. El verano no es solo sinónimo de vacaciones, descanso o escapadas. También puede ser una etapa ideal para reconectar con los alimentos, animarnos a probar recetas frescas y adoptar hábitos más saludables que nos acompañen incluso más allá de septiembre.
Según datos oficiales, en estos meses el consumo de helados, refrescos, zumos y cerveza se dispara. Pero elegir bien qué llevamos al plato (y al vaso) es más importante de lo que parece. Porque, cuando el termómetro roza los 40 grados, cada alimento que consumimos puede ayudarnos —o perjudicarnos— en nuestra batalla contra el calor.
5El plato perfecto para el verano: equilibrio, frescura y mucho color

Diseñar un plato completo y refrescante en verano es más fácil de lo que parece. La clave está en combinar ingredientes variados que aporten nutrientes sin recargar. Las hojas verdes como la rúcula o la escarola ofrecen fibra y frescura. Si las mezclas con frutas y hortalizas coloridas, no solo mejoras el sabor, también multiplicas las vitaminas y antioxidantes.
Las grasas saludables son fundamentales para dar saciedad y sabor. Un poco de aguacate, frutos secos o aceite de oliva virgen extra eleva el nivel del plato sin renunciar a lo saludable. A esto se le puede añadir un buen hidrato de carbono de calidad como la quinoa o el arroz salvaje, perfectos para mantener la energía durante todo el día.
El broche de oro lo ponen las proteínas completas, como pescado, huevo, tofu o legumbres. Y para unirlo todo, nada mejor que un aliño ligero: desde una vinagreta cítrica hasta un toque de yogur natural con hierbas.