Cuando llegan los días más largos y el calor se instala, no solo cambian nuestras rutinas, también lo hace nuestra manera de comer. El verano no es solo sinónimo de vacaciones, descanso o escapadas. También puede ser una etapa ideal para reconectar con los alimentos, animarnos a probar recetas frescas y adoptar hábitos más saludables que nos acompañen incluso más allá de septiembre.
Según datos oficiales, en estos meses el consumo de helados, refrescos, zumos y cerveza se dispara. Pero elegir bien qué llevamos al plato (y al vaso) es más importante de lo que parece. Porque, cuando el termómetro roza los 40 grados, cada alimento que consumimos puede ayudarnos —o perjudicarnos— en nuestra batalla contra el calor.
2La hidratación: mucho más que beber agua

Hidratarse bien en verano no es simplemente tener una botella cerca. A 40 °C, una persona adulta puede perder hasta 3 litros de agua en un solo día. Si a eso le sumamos ejercicio físico, la cifra se eleva aún más. El Observatorio de Hidratación y Salud recomienda ingerir entre 3,7 litros al día para los hombres y 2,7 litros para las mujeres. Pero cuando el calor aprieta, se aconseja sumar medio litro más por cada grado que se supere por encima de los 38 °C.
Sin embargo, no todo se reduce al agua. La FAO nos recuerda que las frutas y verduras también hidratan: hasta el 91 % de su composición es agua. Esto quiere decir que un plato bien diseñado puede ayudar a cumplir nuestras necesidades hídricas diarias casi sin darnos cuenta. Un alimento como la sandía, el pepino o la lechuga puede ser un aliado tan eficaz como un vaso de agua. Y lo mejor: también aportan vitaminas, minerales, fibra… y muy pocas calorías.
No hay que olvidar tampoco que ciertos alimentos y bebidas tienen el efecto contrario. La sal en exceso, los refrescos con grandes cantidades de azúcar y, sobre todo, el alcohol, favorecen la deshidratación. Por ejemplo, por cada vaso de cerveza o vino, el cuerpo pierde entre 800 y 1.000 ml de agua para metabolizar el alcohol. Por eso, si se opta por brindar, lo más sensato es hacerlo con moderación y acompañarlo siempre con agua o alimentos hidratantes.