Unai Simón ha dicho basta. Sin estridencias, sin levantar la voz, pero con la firmeza de quien ya no tiene nada que demostrar. El arquero de la Selección Española y del Athletic Club ha llegado al límite del desgaste emocional que implican las críticas constantes, muchas veces injustas, que lo han perseguido desde su irrupción con la absoluta.
Nunca pidió ser el centro de atención, ni mucho menos convertirse en una figura mediática. Sin embargo, el ruido no lo ha soltado desde aquel debut en plena pandemia. Hoy, más sereno que nunca, deja que sus actuaciones, su comportamiento y su temple hablen por él a nivel nacional e internacional.
3Un carácter que se revela en los detalles cotidianos

Hay gestos que definen más que un discurso. Tras eliminar a Francia en semifinales de la UEFA Nations League, la Federación organizó la clásica ronda de entrevistas con los medios. Unai Simón era uno de los tres jugadores asignados.
Cuando creyó haber terminado tras hablar con la televisión, se dirigía al vestuario. Una trabajadora le detuvo. “No no, te quedan dos”. “¡No jodas!”, soltó entre risas, y regresó sin una queja.
Días antes, había llegado tarde a la cena por quedarse firmando autógrafos. Mientras otros apuraban el trámite, él dedicaba tiempo real a los hinchas. Esa naturalidad es la que lo hace distinto.