Especial 20 Aniversario

Viaja en el tiempo: este pueblo medieval catalán, con su puente asombroso, es tu puerta a un cuento de hadas real

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Caminar por las calles empedradas de Besalú equivale a retroceder varios siglos en el tiempo. Este pueblo medieval catalán, situado en la comarca de la Garrotxa, representa uno de los conjuntos arquitectónicos más extraordinarios de la península ibérica, donde cada piedra susurra historias de épocas pasadas. La magia que desprende su entramado urbano no surge únicamente de su belleza arquitectónica, sino de la perfecta conservación de un legado que ha desafiado el paso de los siglos.

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La primera impresión al divisar Besalú desde la distancia resulta sobrecogedora. El imponente puente románico fortificado se alza como guardián eterno sobre las aguas del río Fluvià, creando una postal que parece extraída directamente de los libros de cuentos medievales. Esta construcción del siglo XI no solo constituye la entrada natural al casco histórico, sino que simboliza el umbral entre la modernidad y un pasado que permanece vivo en cada rincón de esta joya gerundense.

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UN PUENTE QUE DESAFÍA AL TIEMPO Y A LA HISTORIA

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El puente románico de Besalú constituye mucho más que una simple estructura de paso sobre el río Fluvià. Esta obra maestra de la ingeniería medieval, construida entre los siglos XI y XII, presenta siete arcadas desiguales que se adaptan perfectamente al cauce del río, demostrando la habilidad técnica de los constructores de la época. Su longitud de 105 metros y su torre fortificada en el centro lo convierten en una de las construcciones más singulares de Catalunya.

La torre-portal que corona el puente servía originalmente como punto de control y defensa del acceso a la villa. Esta estructura angular, con sus ventanas geminadas y sus almenas, no solo cumplía funciones militares sino que también simbolizaba el poder económico y político de Besalú durante la Edad Media. Los viajeros que transitaban por la antigua vía que unía Girona con Olot debían atravesar obligatoriamente este punto, pagando los correspondientes peajes que enriquecían las arcas condales.

La restauración llevada a cabo en el siglo XX devolvió al puente su esplendor original, respetando escrupulosamente las técnicas constructivas medievales. Los trabajos arqueológicos realizados durante estas intervenciones revelaron la complejidad de la estructura, con cimientos que se hunden profundamente en el lecho rocoso del río. Esta meticulosa labor de conservación permite que hoy podamos contemplar y transitar por una auténtica reliquia arquitectónica que ha resistido crecidas, guerras y el inexorable paso del tiempo.

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