La búsqueda del cuidado personal se ha convertido en parte esencial de nuestras rutinas, y las mascarillas faciales con arcilla han ganado un lugar privilegiado en el neceser de muchos. Sin embargo, un reciente informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha encendido las alarmas al detectar metales pesados en la composición de la mayoría de estas mascarillas vendidas en España.
Con una investigación rigurosa basada en 21 productos disponibles en supermercados, parafarmacias y tiendas especializadas, la OCU ha dejado al descubierto una situación preocupante que plantea preguntas urgentes sobre la seguridad de lo que nos aplicamos en la piel.
3La contradicción de lo natural: ¿arcilla saludable o peligrosa?
Uno de los grandes atractivos de las mascarillas con arcilla es precisamente su origen natural. Verde, roja, blanca o tipo bentonita, la arcilla ofrece una serie de beneficios que no pasan desapercibidos: purifica, regula el sebo, limpia en profundidad y mejora la textura de la piel. Esto se debe a su riqueza en minerales como hierro, zinc, silicio y magnesio.
Pero lo que en principio parece una ventaja puede convertirse en un arma de doble filo. Esa misma composición mineral puede incluir elementos no deseados como el plomo o el arsénico. Y aquí es donde la OCU lanza su crítica más fuerte: la falta de una normativa armonizada que establezca límites claros para este tipo de sustancias, incluso si no se añaden de forma deliberada.
El problema no está en la arcilla en sí, sino en la ausencia de controles eficaces y estándares europeos comunes. Mientras algunos fabricantes se esfuerzan por garantizar la pureza de sus productos, otros se amparan en la legalidad vigente, que permite márgenes demasiado amplios bajo la etiqueta de «inevitables».
