Durante las últimas dos décadas, la conversación sobre la masculinidad se ha transformado. Ahora, cuando hablamos de hombría no solo se refiere a roles sociales, sino también de hormonas. En especial, la testosterona, en los últimos años, ha ganado protagonismo en redes sociales, medios y consultas médicas. «El hombre moderno es débil, afeminado e inseguro». «La testosterona mantiene al hombre vivo y dominante», son frases que se repiten insaciablemente en redes sociales y demuestran una severa obsesión creciente: la supuesta caída en picado de los niveles de testosterona como símbolo de una masculinidad en crisis.
El fenómeno de la testosterona en hombres no es menor: hay una creciente preocupación entre el sexo masculino que aseguran haber perdido fuerza, energía, deseo sexual o incluso su «esencia masculina». La exagerada obsesión por la caída de testosterona está tomando fuerza, especialmente en España, donde cada vez más hombres buscan respuestas médicas a lo que antes se atribuía al estrés o a la edad. En TikTok, algunos creadores de contenido como @hipermusculados prescriben soluciones surrealistas o un tanto mágicas que van desde masticar jengibre crudo hasta duchas heladas o abstinencia sexual. ¿Qué hay detrás de este pánico hormonal?
3Tu hombría no está en tu sangre

La raíz de este problema radica en una fórmula falsa: testosterona = masculinidad. Hasta un 10% de hombres con edades comprendidas entre 45-70 años sufren andropausia (niveles bajos de testosterona con síntomas como fatiga o pérdida de libido). La testosterona tiene influencia en la masa muscular, densidad ósea y deseo sexual, pero indiscutiblemente no determina tu valía como hombre.
El concepto de masculinidad siempre se ha vinculado con estereotipos como la fuerza física, el dominio o la agresividad. Durante años, la hormona ha sido vista como un motor biológico de estas cualidades. Sin embargo, los estudios científicos recientes han desmentido muchas de estas creencias o prácticas. No hay pruebas con fundamentos necesarios de que la testosterona tenga una relación directa con conductas violentas o con la llamada «masculinidad tóxica». Esa referencia cultural no tiene respaldo científico.
Lo que sí se ha estudiado y es cierto es que un déficit hormonal puede afectar la calidad de vida de los hombres, tanto física como emocionalmente. De allí radica la importancia de separar el mito del dato real. La testosterona no convierte a nadie en más o menos hombre, su función médica y biológica, y no tiene que ver con hitos morales ni sociales.
En palabras simples, que un hombre tenga menos testosterona es motivo de vergüenza ni de crisis de identidad. Y aunque el tema sigue siendo sensible, el abordaje debe ser profesional, honesto y sin prejuicios. Consultar a un endocrinólogo es el primer paso para quienes sospechan de un desequilibrio.