Aunque el yogur lleva décadas consolidado como símbolo de salud digestiva, existe un alimento que, poco a poco, le está robando el protagonismo en las neveras de quienes buscan bienestar sin renunciar al sabor. Se llama tempeh, tiene miles de años de historia, es una bomba natural de probióticos y proteínas, y, pese a su origen ancestral, se presenta hoy como uno de los productos más modernos de la cocina saludable.
Con una textura firme, un sabor ligeramente a nuez y un valor nutricional que sorprende, este alimento está conquistando paladares en todo el mundo. Si aún no lo conoces, en este artículo contaremos qué es, por qué es tan beneficioso para la salud digestiva y cómo incorporarlo fácilmente en tus platos.
1Tempeh: el alimento milenario que no sabías que necesitabas

El tempeh no es nuevo, aunque lo parezca. Su origen se remonta a las islas de Indonesia, donde ha sido consumido durante siglos por su capacidad de conservar los nutrientes de la soja y hacerlos aún más aprovechables mediante la fermentación. Su elaboración es un arte en sí mismo: se parte de granos de soja cocidos que, tras añadir un hongo beneficioso llamado Rhizopus oligosporus, se fermentan durante uno o dos días, compactándose hasta formar un bloque firme.
Este proceso natural transforma un ingrediente sencillo en un alimento funcional de alto valor biológico. Y eso es lo que hace del tempeh algo único: no solo aporta proteínas completas —como la carne o los huevos—, sino que contiene microorganismos vivos que actúan como probióticos. Su consumo regular favorece una microbiota intestinal sana, que es clave para una buena digestión, el fortalecimiento del sistema inmune y hasta para regular el estado de ánimo.
A diferencia de otros alimentos fermentados, como el yogur o el kéfir, el tempeh no necesita refrigeración para su fermentación inicial y no contiene lactosa, lo que lo convierte en una alternativa ideal para personas veganas o con intolerancias alimentarias.