Cada vez más investigaciones apuntan a que ciertos alimentos tienen el poder de influir no solo en nuestro cuerpo, sino también en nuestra mente. Desde las funciones más básicas hasta los recuerdos más preciados, lo que incorporamos a nuestro plato puede marcar una diferencia real en la salud cerebral a largo plazo.
En este contexto, un protagonista inesperado emerge con fuerza: las nueces. Pequeñas, crujientes y accesibles, estas semillas se posicionan como un alimento clave en la prevención del deterioro cognitivo. ¿Qué hay detrás de este hallazgo? ¿Qué dice realmente la ciencia? Y, sobre todo, ¿cómo podés aprovecharlo en tu día a día?
4El alimento es medicina: qué otras comidas cuidan tu memoria
Si bien las nueces son protagonistas en esta historia, no actúan solas. La salud cerebral se sostiene sobre una base alimentaria variada y equilibrada. Tal como indican numerosos neurólogos y nutricionistas, no existe un único alimento milagroso, sino una sinfonía de ingredientes que, al actuar en conjunto, potencian el funcionamiento cognitivo.
Los vegetales de hojas verdes (como la espinaca y la rúcula), los frutos rojos (como los arándanos y frambuesas), el aceite de oliva virgen extra, los granos enteros y las legumbres son aliados indispensables en esta misión. Todos estos alimentos tienen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y neuroprotectoras.
En particular, los frutos del bosque han demostrado, en diversos estudios, mejorar la comunicación entre neuronas, ralentizar el envejecimiento cerebral y reforzar la memoria a corto y largo plazo. Lo mismo ocurre con el pescado azul, fuente directa de omega-3.
Una buena estrategia es basarse en la dieta MIND o en la mediterránea, ambas ampliamente validadas por la comunidad científica. En esencia, se trata de priorizar el alimento natural sobre el ultraprocesado, y apostar por lo fresco, lo casero y lo variado.
