Cada vez que vamos al supermercado, tomamos decisiones que, sin saberlo, pueden influir directamente en nuestra salud. Elegimos un yogur, una barra de pan o una lata de atún sin preguntarnos demasiado por lo que significan en realidad esos productos. Confiamos en que si están en las estanterías, deben ser seguros. Pero, ¿sabemos realmente qué alimentos estamos comiendo?
Según una reciente encuesta presentada con motivo del Día Nacional de la Nutrición, un sorprendente 86 % de los españoles admite no tener claro qué es un alimento procesado ni su verdadero impacto en la salud. Lejos de ser un tema menor, esta desinformación revela una fractura importante entre el interés creciente por comer mejor y la falta de herramientas claras para conseguirlo.
3Etiquetas confusas, decisiones erróneas

Uno de los aspectos que más frustración genera en los consumidores es la dificultad para entender el etiquetado de los productos. La mayoría de los españoles declara informarse a través de las etiquetas, pero también afirma que estas son difíciles de interpretar. ¿Cuántas veces hemos leído ingredientes que no reconocemos o términos técnicos que poco dicen al ciudadano medio?
Desde FESNAD insisten en que es urgente simplificar esta información y hacerla accesible. Porque cuando las etiquetas son confusas, no sólo se pierde la oportunidad de fomentar una alimentación consciente: también se genera desconfianza. Los ciudadanos reclaman etiquetas más comprensibles y, sobre todo, una mayor implicación por parte del sector agroalimentario para explicar qué significa procesar un alimento.
referentes de FESNAD, lo resumen con una frase contundente: “Procesar también es cuidar”. A su vez, destaca que muchas de las tecnologías empleadas en la industria alimentaria no solo alargan la vida útil de los alimentos, sino que literalmente salvan vidas al evitar intoxicaciones y enfermedades. La clave, añade, está en establecer criterios claros para que el consumidor pueda elegir alimentos procesados saludables.