El Sevilla FC vive sus horas más oscuras. La derrota por 3-2 frente al Celta de Vigo no solo agrava su situación en la tabla, sino que ha encendido la mecha de una afición al borde del colapso. Con apenas tres jornadas por disputar, la permanencia en Primera pende de un hilo. El equipo, incapaz de imponerse ante un rival que jugó con uno menos durante todo el segundo tiempo, desperdició una oportunidad clave para sellar la salvación.
La tensión ha superado el ámbito deportivo. El nerviosismo y la desesperación se han apoderado de un club que parece haber perdido el control total de la situación. El margen de error se ha esfumado y el abismo de la Segunda División amenaza con tragarse a una institución histórica.
2Balaídos destapa la herida abierta

La imagen del Sevilla FC fue la de un equipo roto. Sin cohesión, sin liderazgo, sin personalidad. La apuesta táctica volvió a fallar, y lo más preocupante es que no hubo reacción anímica ni futbolística. El Celta, incluso con uno menos, fue más agresivo, más claro y más decidido.
Esta nueva derrota deja una sensación de resignación. La distancia con el descenso es mínima y, más allá de los números, lo que alarma es la falta de señales de vida en un plantel que parece no encontrar el rumbo.