Especial 20 Aniversario

Un informe forense señala que el padre de Carolina tiene «pensamientos obsesivos que le provocan sufrimiento»

El padre de la niña Carolina, que falleció el 26 de enero del 2020, tiene «pensamientos obsesivos que le provocan sufrimiento» dentro de un «duelo patológico», tal y como han relatado hoy dos psicólogas en un informe que han sido suavizado por otro psicólogo que ha creído que son «formas de actuar».

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En la segunda parte de la sesión número once del juicio por la muerte de la niña Carolina, cuya madre está acusada de un delito de asesinato, una psicóloga jurídica forense y una médica forense han relatado hoy, a petición de la acusación particular, las «graves secuelas psíquicas» del padre de la niña, que entonces tenía cinco años.

J.C acude al cementerio a leer cuentos a la niña, le canta en su habitación aunque ya no está, ha adelgazado y dolencias anteriores se han agravado, además de que acumula bajas laborales. Hoy esta situación ha sido analizada de distinta forma por psicólogos.

En primer lugar, una psicóloga jurídica forense y una médico forense que elaboraron un informe de valoración de secuelas han relatado cómo Carolina y su padre tenían un «vínculo afectivo normal, cariñoso, un vinculo seguro».

Han asegurado que padece una Transformación Persistente de Personalidad tras Acontecimiento Catastrófico que «se constata en pruebas y en una entrevista».

Incluye disociación y alucinaciones como que «huele» a su hija, de forma que se trata, a su juicio, de un «duelo patológico y estrés postraumático».

También, un trastorno adaptativo ansioso depresivo, de forma que cantarle por las noches «es un mecanismo de defensa»; algo a lo que unen que «habla de ella en presente». «Le han destrozado la vida», han llegado a decir.

«Estamos hablando de algo que es irrecuperable, un trauma que va a condicionar más aspectos, como el entorno laboral dado que trabaja con niños, y posibles planes de futuro», ha relatado la forense al tiempo que ha hablado de «rasgos depresivos y obsesivos» y una «pérdida de calidad de vida».

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J.C, ha relatado, tiene una serie de trastornos psicosomáticos, debido al trauma emocional: no duerme, entra en bucle, tiene alterado el sistema inmune, tiene alopecia, pérdida importante de peso, no disfruta de la comida, tiene eccemas, presenta ausencias.

«Va a necesitar un tratamiento que tampoco le está resultando eficaz», ha dicho que al tiempo que lo ha definido como «esclavo de los rituales que ha desarrollado para no pensar» como leerle cuentos aunque ya no está.

El padre de la niña recibió Atención Primaria y apoyo psicológico de Cruz Roja que se interrumpió por la pandemia, pero no tratamiento psiquiátrico «aunque se le recomendó encarecidamente».

Otros dos psicólogos que elaboraron otro informe psicológico del estado general de J.C han rechazado que tenga un trastorno de personalidad, en primer lugar porque «los trastornos de personalidad no aparecen de un día para otro, requieren mayor continuidad».

En su opinión, se trata de una vida normal no alterada con rituales que le sirven para superar un acto de ansiedad. En otra exploración clínica entendieron que no se puede hablar de trastorno, sólo de vivir con que su hija ya no está.

En su opinión, «no es una patología que diga que la huele: no es un trastorno, es su forma de superar lo que le ha ocurrido a su hija». Han señalado que «efectivamente hubo una pérdida de peso y de sueño; pasó pero no se consolidó como secuela».

Los psicológos han indicado que el padre de Carolina les dijo que había estado mal pero ya come, duerme, hace deporte: «Eso sí, mi hija ya no está presente en mi vida y es una cosa a superar. Para estos psicólogos «lo ha integrado en su día a día».

Por último, ha comparecido una psicóloga que atendió a la acusada después del análisis psiquiátrico, y ha coincidido con la psiquiatra en que la acusada tiene unos «rasgos, que suponen su forma de ser, pero no se han consolidado en trastorno».

Ella piensa que lo que hace ella «es lo mejor» y tiene «rasgos paranoides» bajo la tendencia de que todo el mundo va en su contra, le quiere fastidiar y un rasgo «obsesivo compulsivo», además de otro «narcisista» que supone un «patrón más de grandiosidad».

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