Los jóvenes han “normalizado” apostar con dinero como parte de su ocio y ven las posibles pérdidas económicas como un “gasto más”

Jugar y apostar dinero real es una conducta “plenamente integrada” y “normalizada” como parte del ocio juvenil y se ha convertido en una opción de entretenimiento que incluso sustituye a otras como el cine entre los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años, que también consideran las pérdidas económicas derivadas del juego como un “gasto de ocio más”.

Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio ‘Jóvenes, juegos de azar y apuestas’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que también concluye que los jóvenes se sienten “bombardeados” por la publicidad relacionada con el juego y “asumen” que son su “objetivo prioritario”, según precisó este jueves durante su presentación la directora técnica de FAD, Eulalia Alemany.

En cuanto a la regulación existente, los jóvenes consultados la ven “suficiente” pero creen que resulta “muy fácil no respetarla”, especialmente en el caso del acceso por parte de los menores a las salas de juego, lugares que centran este “nuevo modelo de ocio grupal absolutamente generalizado” y “eminentemente masculino”.

Los jóvenes “no perciben en él ningún tipo de riesgo”, más allá de la pérdida de tiempo o dinero, incluyen en su “rutina la parada en este tipo de salones de juego” y empiezan jugando sin dinero real gracias a cuotas y bonos no canjeables, según concluyó Alemany, que también destacó que suelen iniciarse en este tipo de ocio siendo menores.

Además, no ven el juego como algo “patológico” siempre que les permita cumplir con sus responsabilidades porque en los entornos familiares está “naturalizada” la práctica “ocasional o habitual de determinados juegos tradicionales” así como el que se realiza a través del móvil.

JUEGO ‘ONLINE’

Si bien estos jóvenes comienzan jugando con dinero en casas de apuestas y salones de juego presenciales, es el juego ‘online’ el que contribuye a la “consolidación” de este hábito, según Alemany.

Entre las “ventajas” que los jóvenes asocian con el juego ‘online’, subrayó el anonimato que permite así como su facilidad de acceso o las posibilidades que ofrece de obtener un beneficio inmediato aunque los expertos consultados alertan de que en este caso es más difícil el control del gasto así como del tiempo de juego y del acceso a menores.

Además, incidió en el hecho de que entre su grupo de iguales gozan de “cierto estatus social” aquellos que saben apostar y dominan las “habilidades” necesarias para tener “éxito” en las apuestas deportivas o los juegos de cartas, destrezas que actúan como un “reforzador social”.

Esta investigación cualitativa, que analiza las percepciones de los jóvenes sobre los juegos de azar y las apuestas con dinero, tanto ‘online’ como de manera presencial, también muestra la visión de varios expertos que detectan que con el aumento de personas jóvenes que juegan también han aumentado de forma «creciente» entre ellas los «problemas derivados del juego”.

Por su parte, la directora general de la FAD, Beatriz Martín, reconoció que el juego “está generando una alarma social y está en la agenda política por esta razón”. “Hay un consenso en que es un tema que tenemos que trabajar desde las instituciones y la esfera política”, agregó, al tiempo que reseñó que esta actividad “está creciendo y empieza a ser algo habitual dentro del ocio juvenil”.

Ambas responsables de la FAD instaron al nuevo Ministerio de Consumo a “mirar cómo lo están haciendo otros países» para «abordar el problema y entender bien cómo funciona y juntarse con todos los actores que intervienen y, a partir de ahí, establecer regulaciones claras”.

La investigación, en la que han participado unos 30 jóvenes de Madrid, Sevilla y Valencia, ha sido realizada gracias al apoyo de la Delegación de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, cuya responsable, Azucena Martí, valoró como “fundamental” este tipo de estudios evaluativos que ofrecen una “información objetiva” y cuyo diagnóstico resulta “importantísimo” como base para implantar medidas que reduzcan el riesgo en torno a posibles conductas adictivas en el ámbito del juego.

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