Aunque su restaurante está cerrado, el hostelero se ha presentado como cada mañana en el local. Y ha comenzado a lanzar al aire octavillas en las que publicita la recogida de firmas. No puede hacer caja pero ha dejado claro que va a hacer mucho ruido. Cuando se han presentado los servicios de limpieza el hostelero insumiso ha sugerido que no limpiaran y ante su negativa el ha estallado. Las amenazas han hecho que el barrendero llamara a la policía, pero para cuando los agentes se han presentado ya se habían calmado los ánimos. Sus dieciséis empleados le apoyan y el hostelero ha dicho que si no abre el local en una semana los colocará en otro.