Vigalondo es un chorra al que se le asocia ,y puede que no a su pesar, con un subgénero particular que es un mix de serie B, romanticismo existencial y ciencia-ficción barata. Se lo ha ganado a pulso, dirán, protagonizando ginkanas mediáticas como la que ha anticipado el estreno de su segundo largometraje, pero créanme que su trospidez no es coyuntural, ya la cultivaba hace más de una década, la b...
Leer noticia completa en El Correo Digital